Definitivamente no sirvo para quedarme callada.

A mí, las letras y los gritos me salen hasta por los oídos.

Jamás he tragado entero, ni permito que me cojan desinformada o de tonta.

Soy abuela, sí, tengo más de sesenta, sí, pero también soy profesional, me expongo a la información, leo mucho, escucho a quienes hablan con inteligencia y leo de todo, hasta de los que no me gustan, pero los leo porque hay que estar bien informada.

Por ello y porque amo lo mío y lo defiendo, y no me gusta que nada de los nuestro lo deshonren, es por eso  que quiero entrar hoy queridas abuelas a defender a nuestras empresas, a las de Colombia si se quiere, pero en especial a las nuestras, a las de Antioquia.

No podemos permitir que el deslumbramiento del poder pasajero, entre a manchar lo que por muchos años y sin ansias de poder, pero sí pensando en la gente, han construido muchos de nuestros padres, abuelos, bisabuelos, tatara… y demás.

No podemos permitir que vengan ahora a endilgarle a nuestras empresas, temas que jamás han tratado y sustantivos que nunca han puesto en sus códigos de buen gobierno porque la palabra corrupción, no existe en su vocablo empresarial.

No podemos permitir que desde micrófonos quieran difamar a quienes desde siempre le dieron empuje a esta región, a quienes nos apoyaron en el desarrollo, a quienes nos dieron empleo, a quienes apoyan la cultura, las artes, las obras benéficas, los buenos momentos deportivos y, en fin, todo lo que, para la ciudad, el departamento y el país han necesitado.

¿Cómo vamos a permitir que, de un día para otro, nos quiten ese delicioso sabor de la galleta Noel con mantequilla, queso crema y mermelada? ¿Cómo no vamos a alzar la voz para defender a una empresa que como Sura ha empleado a miles de amigos, hijos, nietos, y nos ha cuidado? ¿Cómo dejar que hablen mal o pretender deshonrar la mejor empresa de salud del país, la más responsable, la que nos acompaña, la que nos da hasta los medicamentos, como es salud Sura?

¿Cómo permitir que de Suramericana hablen mal, cuando la mayoría de lo nuestro está asegurada con ellos y son responsables y oportunos? ¿Quién no ha utilizado el conductor elegido para poder disfrutar la vida, quien de ustedes no ha tenido hasta un plomero en su casa de cuenta de Sura, solo por el hecho de estar asegurado?

Y qué decir de Bancolombia, a muchos nos ayudó a tener casa propia, a tener con que llenarla, a comprar carro y en fin múltiples servicios, que, si bien no son gratuitos, son de fácil acceso y, sobre todo, no se roban el dinero de nadie, te lo cuidan, te dan buenos intereses o al menos son responsables con eso. De ellos jamás he tenido que hablar de quiebras y de ‘tumbadas’ a los ahorradores.

¿Cómo no defender a Nutresa, que nos ha endulzado toda la vida con sus productos y nos cuida la salud con su línea nutritiva, deliciosa y responsable?

¿Y qué decir de Argos, cuyo cemento levantó las casas y edificios donde vivimos y continúa generando empleo? Y así pudiera seguir hablando de Fabricato, que a diario lucha por su supervivencia y la de sus trabajadores, que pelea como David, contra el Goliat del contrabando y no se deja vencer.

Esto por nombrar solo algunas, pero también me remito al gremio que las acoge, cuyo presidente creo que poco duerme por estar expuesto todo el tiempo a los medios, para poder defender al empresariado nacional, y a las empresas.

Parece increíble que haya que defenderse, cuando lo ideal y deseable sería que el éxito acompañara siempre a la empresa privada y que el sector público las ayudara; pero no, hoy hay que defenderse de quienes, buscan deshonrarlas para satisfacer sus creencias.

Por eso, abuelas, no podemos perder la confianza en lo nuestro, así de grande y resaltado.

Si las perdemos, si permitimos y acolitamos a quienes quieren destruirlas, estaremos condenados a vivir como nuestros vecinos, a ver las galletas como un lujo costoso y muy de vez en cuando, a ver que nuestra salud se deteriora porque no hay quien la atienda, a ver los bancos cerrados y todo el esfuerzo que allí pusimos, así como nuestros sueños desvanecidos. ¿Eso queremos?

Si la respuesta es NO, entonces hagamos algo. Comencemos por casa, hablemos con nuestros jóvenes nietos que desconocen la historia y en una buena tardeada, les contemos todo lo que sabemos de lo nuestro, de cómo era antes esta ciudad y este país, cuando no existía la empresa privada y qué pasó cuando llegaron.

Como somos abuelas profesionales e informadas, podemos expresarles nuestras ideas, debatir con ellos, analizar sus puntos de vista, responderles con conocimiento de causa, invitarlos a que lean más y facilitarles alguna lectura, compartirles artículos que a diario salen en los medios impresos, para que tengan más argumentos, invitarlos a ver un programa juntos, donde se hable del tema, pasarles los links de las plataformas donde se está debatiendo la situación actual del país y de la ciudad, invitarlos a almorzar o a comer para conocer qué piensan al respecto y, con argumentos, ayudarles a conformar sus propias ideas. Eso para empezar.

Nosotras podemos hacer mucho. No se trata de sembrarles odios, o de pelear con ellos, o de gritarles o de imponerles. Jamás. Se trata de hablarles de la importancia de defender lo nuestro de mostrarles, que si perdemos lo que tenemos vendrían tiempos difíciles para todos. Se trata de mostrarles lo que ha hecho el empresariado por el país y por Antioquia, se trata de cuidar, de denunciar, de vigilar lo nuestro; no de mortificar, ni de matar las ideas de quienes piensan diferente, solo que estén bien informados a la hora de tomar decisiones.

Es decirles que el empresariado se ganó el nombre por la responsabilidad que siempre han tenido; no tienen equipo político para gobernar; y, sobre todo, para que ellos como jóvenes estén preparados históricamente y estén atentos y vigilantes; y no se conviertan en idiotas útiles. Es contarles la historia para que no estén condenados a repetirla.

Pero por encima de todo, no es rebeldía, no es politiquería, no es odio y no es violencia. Es pedir y pedirles que no deshonren lo que es nuestro.