Quiero contarles que leyendo el periódico El Tiempo, me encontré hace algunos meses, creo que fue a finales de octubre, una definición de las mujeres que estamos en la edad de los 60 y de verdad que me pareció además de simpática, un tanto acertada, pues nos describe con cierto tino y parecido aunque no del todo cierto

Dice el artículo que “somos mujeres entre los 40 y 60, pero que, con nuestra actitud de vida, no nos distinguimos de grupos más jóvenes”.

Eso de perennials, es la antítesis de millennials, y somos algo así como mujeres a las que nadie les adivina la edad, porque por nuestro comportamiento, educación, trabajo y más, aparentamos menos edad de la que tenemos y porque además manejamos la tecnología con propiedad, no nos dejamos asustar y nos metimos en el cuento.

Me pareció que este artículo nos describía a todas aquellas que ya siendo abuelas y con edades que sobrepasan los 60, nos resistimos a dejarnos ver viejas, pero tampoco escondemos que somos maduras. No pretendemos vernos como hermanas de nuestras nietas mayores, pero tampoco cuchitas ya para estirar la pata. Nos mostramos vivas, capaces de interactuar con cualquier edad y de disfrutar sin limitarnos en nuestra felicidad, porque ya a esta edad, tenemos todo resuelto y estanos dispuestas a probarlo.

Yo me considero así. Ni joven ni vieja, madura con experiencia para consentir y recomendar, para viajar sin afanes, para leer sin tiempo, para caminar sin prisa, para cantar sin tener que impresionar, para decir las verdades sin pena, para reírnos a carcajadas sin que nos obliguen a callarnos, para amar con pasión lo que nos proponemos hacer y para disfrutar de nuestros confidentes, novios, amigos, esposos y abuelos quienes podemos hacerlo, sin tapujos, sin apariencias, sin dietas estrictas porque nos aman con nuestros gorditos, y defectos, pues al fin y al cabo con ellos los adquirimos.

Esta nueva condición, nunca de cuchibarbies, sino de mujeres con criterio, pensantes y adelantadas con su época, es la que nos va a permitir disfrutar de la vida que nos falta con alegría y sin condicionamientos. Es la que nos dejará viajar sin más problemas, a ver nuestros nietos, es la que nos permitirá  cuidarlos por ratos y estancias cortas y largas a esa segunda generación de nuestro amor y es la que nos ayudará a estar en honda, para compartir con ellos de igual a casi igual, pero con la convicción que nos da el conocimiento y la experiencia y la seguridad de que para ellos seremos un referente positivo.

Reconozcamos esta nueva era, la de Perennials, esta palabra ya está en el mercado y las agencias de publicidad ya nos tienen en cuenta para el mercadeo, pues ellas saben, que viejas sí, pero enterradas jamás.