No es la primera vez que lo hago. Ya en otras ocasiones, lo había hecho, por convicción y porque siempre he pensado que protestar para defender la patria, es no solo un deber, sino un derecho y en este tiempo sí que más.

Como buenos jubilosos que sabemos en qué emplear el tiempo, mi esposo y yo nos fuimos cumplir con el agrado deber de defender este país, de quienes a toda costa intentan saquearlo.

Nos fuimos para el municipio de la Ceja, desde donde se había hecho una convocatoria con anticipación y nos sumamos a los miles de personas que estaban allí deseando hacer lo mismo que nosotros.

Confieso que este tipo de eventos y la masificación de los mismos es contagiosa para lo que sea y nos lleva como borregos a hacer lo que todos hacen: desde hacerle poner la piel de gallina cuando cantas el himno nacional, hasta gritar barbaridades en contra, con palabras de grueso calibre incluidas, porque al estar todos en la misma tónica, eso se pega y no importa, lo que vale e gritar y sacar de adentro esa rabia comprimida, que sola en la casa no lo haría.

Pero también me dio agobio.

Cuando nos sumamos a tanta gente, me pareció un déjá Vu. Tome fotos y al mirarlas, me pareció que esto ya lo había visto y de inmediato se me vino a la cabeza, esas multitudes de venezolanos que se agolpaban en las calles de todas las capitales protestando contra quienes más tarde asumirían el régimen y me dio dolor de estómago saber que nada pasó. Que sus marchas, gritos y demás fueron un mero canto ala bandera. Me aterrorizó, debo decirlo, el pensar que lo mismo nos podría pasar.

Y no me quedé callada con mi mal pensamiento, lo verbalicé y escuché consuelo, aunque no quedé convencida del todo.

Estas marchas que son tan alegres, que sirven para verse con los amigos y salir en barra con los vecinos, que son un encuentro programado en torno a un ideal, pero que hincha el alma al hacernos sentir patriotas, no se si sea el camino para que el sordo gobierno nos escuche.

No me imaginó que podría estar pensando o mirando en los medios, el sujeto causa de nuestro descontento. Yo pensaría que nada,

Estoy segura que todo lo resbala, que le importa un carajo lo que le gritemos, que ya está sordo del totazo y que no escucha lo que el pueblo quiere decirle, que quienes lo tienen rodeado lo mimetizan de tal manera que el desgraciado piensa que lo están es aplaudiendo, porque al rato sale a decir, que cuatro pelagatos marcharon.

Me inquieta saber que sus oídos son sordos, que su ego lo tienen tan encumbrado que no alcanza a mirar para abajo, que está viviendo tan sabroso, qué para que preocuparse, porque ya era hora que él, como representante de los humildes, disfrute de la sabrosura del poder, Ay Dios, y más me temo que se vaya a amañanar tanto, que le dé por quedarse.

Fuimos miles los que decidimos vestirnos de patria y salir a protestar y a defender de las ratas que día a día salen más y más y por más agujeros y saquean este país. Salimos a decir que no estamos contentos con el despilfarro de la que dice ser la Lady D1 colombiana, que no queremos que nos acaben con las empresas, que queremos que nos respeten como sociedad y región, que nos permitan hacer con nuestros ingresos  departamentales, las obras que el país no quiere patrocinar, que queremos que el congreso saque a los corruptos, que se tengan fino los congresistas de hoy, porque les aseguro que no repetirán curul, si aprueban  leyes que nos lleven a la venezuelización  de la salud, el trabajo y demás.

Aunque con mis dudas, me dije a mi misma: “Mi misma, vamos  a salir, vamos a crear conciencia, vamos a protestar y vamos a poner un granito de arena para defender este departamento y país, por eso me vestí de patria, por eso salí, por eso grité y porque creo que no será un canto mas a la bandera, no nos debemos rendir.