Como nos cambió la vida, ya no es de la casa al colegio y del colegio a la casa sino dentro de la casa, el colegio y el colegio dentro de la casa.

Las mamás son, ahora, excelentes ejecutivas, entaconadas, dentro de la casa.

Los niños expectantes y felices estrenando clases en internet y aunque sin uniforme, cumplen horario del colegio, pero dentro de la casa.

Y nos cambió tanto la vida, que ahora los papás son maravillosos administradores del hogar, cocineros y expertos en manejo de escobas y trapeadoras. Y corren de allá para acá, auxiliando a sus hijos que están en clases y necesitan apoyo con el computador.

¡Viva la pandemia, ya no hay distinciones en el oficio!

La pandemia nos cambió, y que viva solo unos meses más y se vaya, para ver si así valoramos lo que tenemos y despertamos de esta ceguera que no nos deja ver ni reconocer todo lo que tenemos.

Tengo una hermana, Diana, que es maestra de un prestigioso colegio de Medellín y tiene un grupo de niñas que están en el nivel de transición.

¿Qué es transición?

Es el grado obligatorio que definió el Ministerio de Educación de Colombia, para poder pasar a primero de primaria. Tiene 18 niñas en su clase y desde marzo “son virtuales”.

No le ha faltado ninguna, aunque al principio hubo dificultades, las mismas que tenemos los adultos cuando no sabemos manejar estas herramientas: ¿Me oyen? ¿Me ven?, ¿esto no me da, porque oigo mal? Se cayó internet, y así por el estilo. Pero aparte de esto, estaba también la dificultad de no tener dos computadores en casa, o hasta tres, porque los padres también trabajan por internet, pero bueno, solucionado el tema, arrancaron las clases.

La experiencia, ahora, es muy buena, pero insiste en que fue muy duro al principio, porque el manejo de la tecnología, no fue fácil para nadie.

También fue difícil acostumbrar a los padres a que las clases eran a tiempo, que tenían que presentar a sus hijas arregladas y no en piyama, que debían acondicionarlas frente al computador y al micrófono y a esto súmenle, saber participar desde la virtualidad, en una clase.

Pero, veamos, qué es lo que hacen las niñas en transición. 

No me imaginaba ¿qué podría hacer una maestra con alumnas de cinco años, que no leen ni escriben? Pues bien, el ingenio no falta y ya todo está inventado.

Primero que todo, trabajan por proyectos, de tal suerte que al final, la mayoría de ellas salen leyendo, conociendo los números del uno al cien y con algunos principios de suma y resta.

Pero si bien, las maestras son creativas, los padres deben serlo más, si quieren que sus hijas salgan adelante. No es fácil, exige sacrificio.

Los viernes, las maestras envían a los padres la programación semanal y la lista de los materiales que van a necesitar, con el fin de que sus hijas vayan visualizando lo que van a hacer y los papás puedan conseguir los materiales que se van a utilizar. ¡Aquí los padres juegan un papel definitivo!

¿Sí vale la pena?

En medio de todo esto, los papás, en su mayoría, se preguntan si vale la pena pagar un colegio tan costoso, para niñas en transición o pre escolar. En este caso, sí lo vale y mucho, por varias razones.

La primera, tener horario de clases, esto les permite a ellos, trabajar también con alguna tranquilidad, pues deben supervisar de todas formas a sus hijos.

Si son padres comprometidos, las acompañan, les tienen dispuesto el sitio de trabajo, los materiales y les enseñan a trabajar desde la virtualidad y así ellos podrán también hacer su trabajo desde la casa, sin muchos problemas.

Por otro lado, Los niños aprenden a manejar el computador, las plataformas, y los programas en los cuales tienen que trabajar, desde temprana edad. Ya con eso vamos ganando y nos llevan años luz a nosotros los abuelos.

Aprenden porque aprenden.  Pues la malla curricular se cumple, toda vez que se acopló al tema de la internet. Aprenden los números, las vocales y lo más importante, las llevan a recorrer el mundo.

Sí. El mundo. Desde tan pequeños, las maestras con la ayuda de los padres, les enseñaron a manejar Google Earth y van de viaje por la torre Eiffel, las Cataratas del Niágara, las Pirámides de Egipto, las pirámides de México, los glaciales y tantos otros lugares, para que, una vez se culturicen y se familiaricen con el mundo, puedan escoger el proyecto en el cual quieren trabajar.

Y valga decir, los colegios también son conscientes de los ahorros que hacen sin la presencialidad de los niños y por ello, muchos, rebajaron el costo de la mensualidad y las matriculas.

Cosas simpáticas.

Como lo hemos visto en muchos memes e imágenes en las redes, la virtualidad y el trabajo en casa, trae sus riesgos como el de tener que ver situaciones o imágenes que no estaban en el programa.

No ha de faltar la imagen de la abuelita en piyama, caminando por la casa y arreglando todo, pues está como apoyo a los padres.

Tampoco ha de faltar el ver al papá corriendo de la cocina al cuarto, con una olla en la mano, para ayudar a su hijo porque se le ‘congeló’ la imagen a su niño, pero no a los demás.

En el caso de los colegios católicos, es muy frecuente que por la mañana tengan un ritual de saludo que arranca desde que hacen contacto: el saludo, el rezo, la toma de la asistencia, la ubicación en el tiempo, como está el día, etc.

Cierto día, mi hermana Diana, preguntó: ¿Quién quiere hacer la oración hoy?, una de las niñas levantó la mano. 

Se persignó y pidió a la Virgen, que las cuide, ayude y las bendiga, “hasta que la muerte nos separe”.

No faltan las niñas que se ‘despistan’, y cuando todo va adelante, gritan ¡no entendí!, y se mete su mamá y pide que vuelvan a repetir.

También hay quienes no presentan sus materiales el día de la actividad, porque a sus padres se les olvidó comprarlos, generalmente, son las mismas, sus papás no leen, se les olvida.

No todo es clase. 

Las clases formales se entrelazan con actividades que también ayudan y enseñan, es así como han hecho recetas, piyamadas; un papá, ingeniero de alimentos, les enseñó a hacer pan y a cada familia le envió los ingredientes y, otro papá entrenador físico, les dio clase de gimnasia, esto, incluyendo a la profesora.

Ya lo ven, aquí los papás juegan un papel súper importante; y me cuenta mi hermana y, a ella, otras profesoras, que son los papás los que más comprometidos están con el estudio virtual.  Ellos trabajan también desde sus casas, hacen su labor diaria, pero se convirtieron en los perfectos padres, que apoyan y ayudan sin chistar a las mamás que también están trabajando.

¿Cómo les enseñan valores? 

No todos los colegios enseñan valores de manera clara, pero hay unos que lo tienen como asignatura oficial y eso es fundamental, y más ahora en estos tiempos donde los valores se trocaron y pocos lo practican.

Trabajan la estrella del día, y cada una de manera creativa, atendiendo a los parámetros dados, aprenden, por ejemplo, a escuchar, a practicar el respeto, la disciplina, la solidaridad, la honestidad, la honradez, pero con ejemplos claros que ellos mismos conocen y descubren.

Los maestros de hoy, entienden que los niños están afectados por no poder salir, ni poder compartir, se aburren del encierro y quieren ver a sus amigas, jugar afuera en los parques, visitar sus abuelas, etc. Todas esas carencias los deprimen, por ello, también les hablan de las emociones.

Ser maestra en pandemia, incluye -y lo hacen con amor-, enviarles audios diariamente, personalizados a los niños, hablándoles de cómo los vieron, cómo se sienten, qué les falta y dándoles ideas para que no se aburran como, por ejemplo, que hagan video llamadas con sus amigas, con sus abuelas etc.

Mi hermana nunca imaginó que la docencia la tendría que ejercer en la virtualidad. Fue muy duro, pero, aunque le hace mucha falta tenerlas en presencia física, está tranquila y disfruta de verlas; además descubrió que muchos de los papás, no están interesados en que, por ahora, sus hijos vuelvan a clases presenciales.

No es nada fácil, pero salen adelante, porque como dice mi Diana, hay de todo: niños que muchas veces no llevan los materiales; mamás que quieren intervenir u opinar en la clase, entonces a la maestra le toca pensar en cómo responder bien, pero contundente; también están las mamás dietéticas que opinan acerca de los ingredientes que se piden para la clase de culinaria…, las que quieren dirigir la clase…

Pero todo con paciencia sale bien y hay que tratar de disfrutar de esta experiencia que, aunque dura y difícil la podemos hacer la más maravillosa para nuestros hijos, de manera que quede grabada en sus mentes, pero por el acompañamiento y compinchería de sus papás.

QUE VIVAN LOS MAESTROS EN ESTA PANDEMIA