Es difícil de creer que en pleno siglo XXI cuando estamos tan expuestos a todos los medios de comunicación y a todas las informaciones que llegan, haya personas que vean la diferencia como un hecho ajeno del cual prefieren no untarse.

Hablo de la diferencia, entendida como todo, desde las condiciones distintas que tenemos los seres humanos hasta las genéticas que hacen que las personas marquen una distinción con respecto a las demás.

Según el diccionario, “la diferencia es la cualidad que permite que algo se distinga de otra, es la variedad que existe entre una misma especie”.

Las diferencias, van desde el modo de pensar, pasando por un modo de ser particular, hasta una condición como el autismo, la dislexia, el síndrome de Down, la parálisis cerebral, la homosexualidad, cualquier otra patología, enfermedad o condición, pensamiento o ideas que marquen diferencia con los demás seres humanos.

Hablo de este tema porque he visto con asombro y además me han contado personas cercanas a estos casos, que existan colegios, e instituciones educativas, que queriendo hacer un trabajo con los estudiantes, para enseñarlas el tema de la diferencia, los padres de familia, unos por arribismo, otros por desconocimiento y otros porque ni siquiera lo piensan, impiden que eduquen a sus hijos, en lo que ellos no han sido capaces.

Quienes, por alguna razón, fuimos bendecidos con la presencia en nuestras vidas de unos hijos, nietos, sobrinos o familiares con una condición especial, sentimos en carne propia, ese desprecio, esa mirada acusadora, ese tonito diferente al hablarnos y sobre todo esa negación a que ellos puedan ocupar un lugar en el mundo sin ser mirados diferentes ni estigmatizados.

Por todo ello queridos abuelos, es nuestro momento de orientar, insinuar, hablar, decir y plantearles a los nuestros el tema del respeto por la diferencia.

No permitir que, en algunos centros educativos, haya becados inteligentes, que por sus mismas capacidades merecen estar allá, porque eso de untarse de pueblo, no es bueno, y es un error craso. Así jamás habrá justicia social, así jamás nuestros hijos, nietos y la juventud en general, se enterarán que hay personas pobres, necesitadas, que merecen una oportunidad para salir de ahí y ayudar a sus familias.

Pero quien lo creyera, son los padres de familia quienes más se oponen a que entren estudiantes, becados, con condiciones especiales, o negros.

Son los padres los primeros en oponerse y lo dicen abiertamente, sin considerar el dolor que están causando a su alrededor y del mal ejemplo que están dando a sus hijos.

Con padres, así, para que enemigos. Qué fue lo que hicimos mal? ¿De dónde salió ese arribismo?

Tener colegios o instituciones educativas exclusivos, en donde los estudiantes no puedan tener criterio, ni sentido crítico, ni conocer que el mundo es ancho y es ajeno y en donde no puedan ellos ver que el mundo no es solo su círculo social, sino que hay otro mundo a su alrededor que reclama a gritos ayuda, es tener y educar hijos, sin el toque humanista, insolidarios, irrespetuosos y, en resumen, desadaptados.

No permitir que los colegios reciban niños con condiciones como el autismo, la dislexia, el síndrome de Down y otros, porque eso supone retraso, es otro error gigantesco que como padres y abuelos acolitamos y que impedimos que nuestro hijos y nietos aprendan de la diferencia y dejen a estos seres hermosos, ocupar su sitio en el mundo e integrarse.

La diferencia hay que enseñarla, hay que mostrarla, no como novedad, sino como algo natural, porque no todos somos iguales, no todos estamos hechos de lo mismo, no todos tenemos las mismas oportunidades, no todos tenemos el mimo color, no todos pensamos idéntico, esa es la diferencia que hay que mostrarles para que aprendan a convivir con naturalidad, para que todos hagan parte del todo y puedan vivir con tranquilidad.

La diversidad, la diferencia, no merece el acoso, no merece el bulling, no merece el apartarlos. Merece es la oportunidad, la integrarlos, de darles la amistad, de compartir y darse el chance de conocerlos, de hacerles la vida fácil y feliz a quienes la tienen. Eso es amor, eso es comprensión, eso es saber y entender la diferencia.