Este título es para referirme cuándo es que hay que entrar a apoyar a nuestro hijos y cuando no.

Soy de la teoría de no estorbar, de no ser metida, no visitar por deporte y mucho menos opinar, sea con mis hijos o mi yerno o nueras, por encima de todo, el respeto.

Pero en esta ocasión quiero contarles algo personal, me encuentro en Estados Unidos, en visita de apoyo a mi hija mayor, a quien le están haciendo una cirugía, porque le volvieron a encontrar cáncer de tiroides. Digo volvieron, porque hace 11 años lo tuvo, le hicieron cirugía, pero le dejaron la otra mitad de la tiroides, pero ahora, ésta la traicionó y le aparecieron cuatro nódulos cancerosos, que había que sacar. Esto en mis palabras, medicamente será diferente.

¿Y por qué le repitió? pues aunque los médicos no le dijeron nada de lo que aquí voy a escribir, si consintieron en que nuestra teoría podría haber influido.

No es fácil, recibir y recibir golpes y noticias que aunque se aceptan con amor y agradecidos con Dios, no dejan de dar duro en el organismo.  Todos pensamos que mi hija es fuerte y lo es, todos creemos que mi hija es valiente y lo es, todos estamos seguros que es una tesa, capaz de resolver cualquier situación y lo es, pero su organismo, al igual que su interior, a veces resiente tanta fortaleza y habla. Y ahora le habló y le dijo, eres todo eso, pero tu cuerpo se descuidó y por ocuparte de todo y de todos, te voy a llamar la atención, y aquí estamos en el Hospital Mount Sinaí, confiando en Dios, que todo le salga bien, que puedan limpiar su organismo de todo mal y que pueda volver a ser la luchadora que es, cuidando mas de su organismo, pues sus hijos y esposo la necesitan, especialmente Sebastián su niño menor y toda su familia, pues es ejemplo de  valentía para todos.

¿Y por qué el cuerpo se la cobro? Porque desde que recibimos la noticia de que su hijo menor tenía autismo, ella no pataleó, no renegó de nadie, no culpó a nadie, sino que se empoderó y se entregó a Dios para que le ayudara.

Pero esa aceptación no fue así de fácil, claro que hubo llanto, pero de desespero por entender que era el autismo y por qué a ellos, de desespero por entender lo que quería su hijo, de desespero por conseguir las mejores terapistas, de desespero por conseguir la guardería apropiada y de esperanza porque Sebastián recibiera bien todo lo que le estaba brindando.

Fueron meses duros, muy duros, sobre todo de ver como reaccionaba el niño, como se flagelaba en una rabieta, como no entendía los comandos, como no se sabía comunicar y entonces ella no sabía como atenderlo, como entender porque algunos nos aceptaban o no entendían lo que estaba pasando y así, tener que seguir con el ritmo de vida, entre terapias, escuelas, trabajo profesional y trabajo  en el hogar, todo ella, todo solos los dos, ella y su esposo, pero ella como mamá, con la carga mas pesada y el dolor y la expectativa mas grandes.

Pero todo fue pasando y su fortaleza no declinó, pero su cuerpo si,

Hoy por fortuna, todo va saliendo bien. Su cirugía fue un éxito y en su recuperación, estamos mi esposo y yo para apoyarla en todo.

Para eso somos los papás y para eso estamos los abuelos, para apoyar cuando se requiere.