Casi no me le mido a este tema porque de verdad, duele hasta morir, pero de éste también nos levantamos.

Como les conté tenemos cuatro hijos, dos mujeres y dos hombres. Seres buenos por principio, cada uno con con un futuro definido y todos, con sueños por realizar.

Fueron levantados en un ambiente en donde el amor, el respeto, la independencia, el disfrutar cada cosa se haga y el trabajar por sus sueños eran la base de la crianza.

Cada uno entendió a su manera los principios inculcados y trabajó y labró su futuro y su presente con ellos como guía.

Tres de ellos supieron que sus sueños estaban más allá de estas montañas.  Querían conocer el mundo y tragárselo, querían sentir la libertad y lo consiguieron.

El hijo que decidió quedarse cerca y trabajar y vivir en su ciudad, es también feliz. Tiene su vida plena y disfruta de una esposa y un hijo que le llenan la vida.

PERSIGUIENDO SUEÑOS

Las mujeres fueron las mas aventadas. La hija mayor hace 11 años decidió irse a estudiar a Estados Unidos. La acompañamos y patrocinamos. Aprendió el idioma a la perfección, consiguió trabajo, se enamoró y se casó, tiene dos hijos y es exitosa.  Nos dio los primeros dos nietos.

Como mamá lloré mis ojos con su partida, sabía que era su sueño, sabía para adonde iba, sabía que estudiaría, sabía todo, pero ese cuarto vacío todavía me cuesta lágrimas todas las noches.

La tecnología, bendita sea, me la acercaba a diario, la veía, la escuchaba, podíamos hablar horas, pero la sensación de vacío siempre estaba ahí, sigue ahí, no se va…

Pero cuando la menor de mis hijas de solo 17 años me dice que se va a estudiar a Europa, plop, es una sensación de alegría revuelta con preocupación.

Preocupación porque aún está muy joven, pero cuando te dice, me gané la beca, tengo donde vivir y este es el presupuesto, solo tienes que limpiarte las lágrimas, dejar el egoísmo y dejarla volar

De eso hace ya cuatro años, ya casi se gradúa en dos profesiones, habla varios idiomas y te hace sentir orgullosa, pero el vacío, sigue, está ahí…

Todo bien, hasta que el tercero de tus hijos te cuenta que se va a vivir a Australia con su esposa… golpe a la mandíbula, y baja hasta el corazón. Te está diciendo que su sueño y el de su esposa se está haciendo realidad y ya le decisión está tomada.

Vuelven y juegan las sensaciones anteriores, pero en este caso a mí, me duele más. Fue nuestro compañero hasta hace poco, siempre dispuesto a apoyarnos y a arreglar todo. Dios, el dolor se acrecienta de nuevo, pero nada que hacer, se va y el vacío queda, está ahí…

´cuando los hijos se van.

POR NUESTRA CULPA

Culpa nuestra, pero orgullo nuestro porque les enseñamos a volar, porque les enseñamos a ser independientes, porque saben hacer de todo. Son toderos, comparten con sus parejas, son iguales, son maravillosos, pero la sensación de nido vacío, está ahí.

Se tienen que ir, no los puedo retener, todo me duele, pero son sus vidas.

Cuatro cuartos vacíos te recuerdan que no están, pero la vida sigue, la vida nos cambió y ahora, la vida de estos abuelos jubilosos dice que ahora somos dos, pero la sensación de vacío, sigue, está ahí.