NU ERAS O SI ERAS?

 

Vaya tema tan difícil.

Las nueras, seres maravillosos o el mismo demonio para algunos abuelos, son a veces una relación COMPLICADA, que pueden acabar con el bienestar de nosotros y por supuesto con la buena marcha de la relación familiar.

Tengo que decirlo, no tengo ese problema, pero si conozco a muchas de mis amigas que padecen ese tormento por una mala relación, fundamentada básicamente en aquel viejo adagio, “los hijos de mis hijas serán mis nietos, los de mis hijos está por verse” y ahí empezaron los problemas.

LAS BRUJAS

Me dicen estos abuelos, que sufren a sus nueras porque les han levantado un muro tan grande como el de Trump a los mexicanos. Que para poder ver los nietos deben anunciarse, preguntar si pueden ir a visitarlos, si van a estar, o si se los pueden prestar un rato.

Cuando aceptan, muy esporádicamente, tienen que comportarse como una visita más.

Distinto, me cuentan, cuando llegan sin anunciarse a la casa de sus hijas, juegan con los nietos, los sacan a pasear, sin tener que hacer todo el protocolo anterior y asumen su casa o apartamento como propio.

 

Pues bien, lo que pareciera tan complicado se resume, en una palabra: respeto. Si, respeto y les voy a dibujar una escena: a veces como suegros-abuelos, con y sin intención, nos metemos a opinar sin mirar donde caen nuestros comentarios, decimos y hacemos cosas que ofenden y hablamos sobre temas que caen mal en nuestras nueras.

Todo eso, más cuando opinamos sobre como criar los niños, que medicamentos darles, porque en nuestra época era distinto, por qué les ponen esa ropa tan fea, por qué les compran tantos juguetes, esa trabajadera de los dos no les permite disfrutar de los hijos, etc etc, indispone y a eso súmenle, y no lo podemos negar, que, en el fondo, de nuestros corazones, sentimos celos por el amor del hijo.

Pero también, existen nueras que, sin motivo alguno, solo por el prurito de ser los suegros, no permiten nuestra presencia de manera frecuente, o bien porque no les gustamos o porque también nos ven como su competencia, o porque en algún momento esa relación se quebró y es aquí donde nuestra inteligencia de abuelos y de mayores tiene que entrar a actuar. ¿Y cómo? Hablemos del respeto.

Bien sabemos que la base de toda buena relación es el respeto, sea porque nos quieran o no, nada nos cuesta llamar a diario o escribirles un WhatsApp saludándolos, preguntando como están y que día nos pueden recibir para ir a verlos y saludar a los nietos.

Y lo mismo con las hijas, quien nos asegura, ¿que por ser las hijas también a veces no somos inoportunas? ¿Ellas lo admiten porque son nuestras y así se los hemos hecho saber siempre y los yernos qué? se aguantan?

 

No, no y no, somos los llamados a mantener la armonía, a no albergar odios en nuestros corazones, a reunir la familia a nuestro alrededor, a bendecir la presencia de los nietos y a pararnos encima de cualquier nimiedad para poder ser felices.

No importa que tengamos que anunciarnos, somo los suegros y  abuelos, respetemos su hogar, su intimidad, su vida. Amémoslas más que a nadie porque aman a nuestros hijos y nos dieron los nietos. Fuera los negros sentimientos. Animémonos a llevar la velada en paz.