¿Alguno de ustedes ha sentido envidia alguna vez?
Seguro que sí, y ha dicho, tranquilo, es envidia de la buena.
¿Pero han sentido envidia de la mala?
Pues bien, eso es normal en el ser humano. La invidia es un sentimiento que a veces se mete en el cuerpo, pero lo importante es que no se quede ahí, que sea superada y que no haga mal.
Sentir envidia de” la buena”, es también envidia, pero tiene la característica de que es, por algo bueno que le pasó a alguien, que nos alegra y la compartimos y que queremos ser como ellos, sin compararnos. Diferente es ser envidioso y a esos me referiré hoy.
¿No han notado ustedes que cuando menos piensan, entra a la familia, al grupo de amigos, a las clases, a las reuniones, una persona envidiosa de la cual no sabíamos que lo era y lo que era antes bueno comienza a dañarse?
De pronto sucede en estos grupos que, individualmente, comienzan llamadas o se hacen comentarios sin pedirlos, sólo con la intención de dañar y buscando pescar en rio revuelto, para saber más que todos y poder llevar a cabo el disolver o enemistar a algunos miembros.
Eso pasa con frecuencia y en las familias sí que cierto. Sin pensarlo llega alguien invitado por otra persona de la misma familia que no sabía a ciencia cierta quién era y después de conocer a cada miembro, comienza a susurrarle al oído comentarios inventados, opiniones no pedidas, sobre alguna persona de la familia solo por indisponer y así se da pie a que la envidia entre y empiece a hacer su tarea .
Cuando un envidioso entra por la puerta hay que saber reconocerlo en el primer intento y más que confrontarlo es analizarlo, es mirarlo, es entender que le pasa cómo ayudarlo para que no haga daños.
Normalmente, el envidioso se presenta como no es: amable, servicial, siempre dispuesto ayudar, consentidor, querendón, y muy amigo o haciéndose amigo de alguno de la familia o grupo, pero en realidad y da lástima, proviene de familia dividida, causante él o ella de esa división.
Detrás de La envidia siempre hay algo y normalmente proviene de la comparación. Las personas envidiosas se la pasan todo el tiempo comparándose con los demás y dejan de ver lo bueno de ellas mismas y comienzan a albergar sentimientos negativos que si no son tratados a tiempo puede resultarles maligno.
Pero tampoco hay que castigar, fustigar o abandonar al que sufre de envidia. Hay que ayudarlo, porque la envidia se cura dándose cuenta de que lo que poseen los demás no da la felicidad. Que no vale la pena añorar lo de los demás, porque lo que causa felicidad es hacer, luchar y no lamentarse. Es hacerle ver que, debe aprender a valorar lo que tiene.
Al que sufre de envidia se le debe ayudar, prestándoles atención a lo que dice, entender que sus reacciones son causadas por sus frustraciones y ayudarle a restarle importancia a lo mundano que pasa y no suma, ni genera valor. Hacerle entender que lo que vale, es el ser humano como tal y que tiene mucho para dar, si logra valorarse.
Ayudar al envidioso no es atacarlo, es entenderlo, es hablarle, es hacerle ver.
Nosotros los abuelos que, somos mas perspicaces y tenemos la habilidad de ver donde otros no lo hacen, pues la experiencia así nos lo ha enseñado, podemos ayudar a que la convivencia sea mejor y enseñar, desde pequeños a nuestros nietos, el valor de la amistad, del respeto, la importancia de quererse uno mismo, de valorarse, de no compararse, porque en el mundo siempre habrá personas mejores que uno y ello nos debe servir de ejemplo para crecer bien.
Cuando a las personas les habla con amor y desde el amor, la gente entiende y reacciona.
Es enseñarle que, comparándose, se hace mal, que deseando lo que no tiene lo va a acabar de frustrar. Es hacerle ver todo lo bueno que puede tener, enfocarle sus virtudes como el relacionamiento que es capaz de generar, pero para bien, es decirle que aproveche el conocimiento que tiene de las personas, para acercarse y conseguir ayuda en las áreas en las que es fuerte, así, poco a poco, ayudamos a desbaratar ese sentimiento que daña más al quien lo tiene, que al que lo genera.
Todos alguna vez hemos sentido envidia de algo o de alguien, pero en la mayoría de los casos nos ha servido de acicate para mejorar, para potencializarnos, para buscar el logro o para alcanzar los sueños y eso es bueno. Así debería ser, pero como dicen por ahí, la envidia es mejor despertarla que sentirla.
Especialmente hoy me encanta tu escrito al poner el foco de atención en çómo podemos ayudar a la persona envididiosa a superar su envidia y concentrarse mejor en desarrollar su potencial. Me encantan tus escritos!!
Gracias, María Victoria, por invitarnos a reflexionar sobre la envidia y los envidiosos. Valiosa reflexión para ayudarles desde el amor, no desde el látigo👏🏼
Que buena reflexión/ invitación!!!
Exelente reflexión,que buenos sería siembre envidiar lo bueno eso nos haría crecer como grandes personas. Como dices en este gran escrito. Gracias por compartir esta bonita reflexión. Un abrazo
Viky me encanto porque siempre hay un envidioso por ahí
Pero bueno hay que ayudar cómo tú dice hacer mejores personas
Como siempre excelente tu columna
Un escrito muy interesante y de gran reflexión!!!
Querida Vicky, la “envidia de la buena” se parece a la “mentira piadosa”; no dejan de ser envidia y mentira… lo importante como bien refieres, es, desde nuestro papel de personas que hemos vivido, orientar con AMOR a los que nos importan para que la envidia por los logros de otros se convierta en metas y sueños por cumplir.