Tengo que decirlo: me encanta la política.

Me fascina hablar de política, con quien sabe.

Amo, sentarme a politiquear y a hacer cábalas con mis amigos periodistas.

Soy abuela, sí, pero con ideología propia, creencias, gustos y decisiones, pero tengo una cosa clara, odio la politiquería, odio a los políticos corruptos, no me gusta lo que veo y leo sobre política en nuestros diarios y revistas y me parecen decepcionantes nuestros políticos de hoy.

Durante mi actividad profesional, tuve la fortuna de vivir de cerca la política y trabajar con políticos, unas veces como periodista y otras como su jefe de prensa o gerente de campaña.

Como periodista, tocaba obedecer e ir a cubrir al político de turno y el que era afecto al medio para el cual trabajaba, ello me permitió conocer de cerca el manejo que se hacían desde las campañas y la coherencia o no del político de turno. Aprendí a ver la política diferente y por ello, después de vivirla como periodista, nada me sorprendía, lo veía venir y hasta adivinábamos qué iba a pasar.

Como jefe de prensa, me di el gusto de escoger con quien trabajar, a quien apoyar y por qué. Les cuento que, en mi escogencia, siempre di con los mejores y eran tan buenos políticos, tan honestos y tan coherentes, que no alcanzaron a llegar al cargo que aspiraban.  De los muchos que acompañé, solo unos pocos llegaron, los otros se quedaron en el camino; y como cada pueblo tiene el gobernante que se merece hoy, muchos de esos gobernantes, están en la cárcel, o empapelados o con su prestigio en duda.

Pero no voy aquí a hablar de política, ni más faltaba, lo que quiero decir con esta confesión, es que estamos, como abuelas, a tiempo de ayudar, de persuadir con amor, de enseñar y de contarles a nuestros nietos de cualquier edad, lo que vale la política como ciencia y bien aplicada; lo que significa el liderazgo bien llevado, la importancia de elegir un candidato basado en los valores, lo que no deben hacer y mostrarles los ejemplos e invitarlos a ser personas pensantes, sin tener que direccionarlos, sino mostrándoles las diferentes caras para que ellos escojan y puedan participar con conciencia.

Hoy es muy fácil acceder tanto a la buena como a la mala información. Las redes están llenas de ellas. Lo que hay que hacer es escoger bien e invitar a nuestros nietos a que lean, a que escuchen noticias, a que miren lo que se escribe o hablan de los líderes políticos para que aprendan a opinar, no repitan malas enseñanzas y sean líderes capaces de ayudar a este país.

Ahora que hay tanto movimiento en nuestra política local, es propicio para hablarles a ellos y aprovechar las preguntan que nos hacen para responderles, pues están expuestos a los medios y saben que algo está pasando. 

Debemos tener el oído despierto para responder a cada pregunta que hacen porque no entienden o porque quieren saber.

Es justo la hora de hablarles de lo que está pasando, sin las emociones propias de nuestros pensamientos, sino dándoles una explicación clara y si te preguntan de qué lado estás, debes saber responderles con inteligencia, dándoles los argumentos serios y no emocionales, con la verdad y sin miedo.

Tenemos que aprovechar esos momentos de preguntas que nos hacen los nietos sobre el tema político y de actualidad para hablarles de la honestidad, de la importancia de hacer las cosas bien, de la necesidad que tiene este país de tener personas que se destaquen por todo lo contrario a lo que estamos viviendo.

Enseñarles que la corrupción se nos está infiltrando en todos los sectores sociales y que si antes el robar, el mentir, el engañar, el atracar, el asesinar, eran exclusivos de personas sin educación, sin dinero, sin formación, hoy lamentablemente, permeó a todos los ciudadanos de toda clase, religión condición, y ya esos temas, son propios de los estratos socioeconómicos más altos, de quienes más tienen y por supuesto de los políticos que ven en sus cargos la oportunidad para llenarse de dinero o hacer las cosas mal, para su propio provecho.

Antes, matar era de sicarios, hoy es de mentes inteligentes que crean redes y se ocultan tras el sicario.

Antes, robar era, muchas veces, por necesidad, o por enfermedad, o por gusto y se le endilgaba a personas sin educación, viciosos o necesitados. Hoy, el robar a manos llenas y sin vergüenza es de los malos políticos que, aunque tuvieron educación, buena cuna y hasta dinero, son ambiciosos y sin escrúpulos, porque roban el dinero público, el que es de todos.

La cárcel era exclusiva para los malos, hoy, están llenas de ladrones de cuello blanco, de políticos que desde allá siguen manejando las cuerdas del poder, de jueces y constitucionalistas que lo que debían era impartir justica, de senadores representantes y de más miembros de instituciones públicas, que en lugar de gobernar se dedicaron a delinquir, amparados por el poder.

Todo esto hay que ponerlo de ejemplo, contar sus historias y enseñarle a nuestro hijos y nietos cuál debe ser, el deber ser.

No nos dé miedo hablarles de política con ejemplos, no nos dé miedo enseñarles la política, no nos dé miedo explicarles qué son y para qué sirven las instituciones; por el contrario, hablémosle con la verdad, mostrémosle el camino de cómo hacer patria, de cómo servirle al país, de cómo renovar las instituciones y de cómo deben ser ellos, como líderes del futuro.

Que no nos quede el remordimiento de que, por desconocimiento o miedo a hablar, no fuimos capaces de preparar grandes hombres y mujeres, capaces de sacar este país de la crisis.

Nada de ‘nervios’, la política no es tabú, es realidad y si no, miren a su alrededor lo que está pasando.