Yo no sé ustedes, pero estoy cansada, hastiada y hasta me provoca mandar la tecnología lejos, pero recapacito y me esfuerzo por seguirla queriendo porque a pesar de la basura que me llega, de lo intensos que son algunos grupos y contactos, la amo y los amo.

Me sorprende lo activos que nos volvimos todos en las redes. Dejo una hora o dos sin mirar el teléfono y encuentro hasta 180 WhatsApp sin leer. Me desespero, empiezo a mirar y no les miento, todos escriben lo mismo y tomé una decisión, mirar y borrar sin leer, solo el que me enganche lo leo, pero no lo abro, casi todo es basura

Me sorprende la capacidad humana de crear o como decimos aquí, de no dejar caer ni una, para sacarle chiste a esta pandemia. He visto memes de los mejores, pero estos solo me llegan por el único chat creativo que tengo, los demás son repetidos, rara vez encuentro uno nuevo

¿Y ustedes dirán tantos chats? Si, ya les he contado que tengo amigos y muchos grupos de amigos que disfrutamos de la vida a esta edad, que esta buena porque pocas responsabilidades tenemos salvo la de cuidarnos nosotros mismos.

Y hablando de edad, a pesar de estar en una buena edad, esta pandemia obligó a muchas de mis amigas a cantar la edad, a su pesar, y quedarse en casa sin chistar, pero no importa, esta estadía dentro del hogar ha servido para todo y más.

En mi caso, solo somos mi esposo y yo y aunque él poco habla, decidí que yo si hablaría para no quedarme ni muda ni sorda y A diario escojo a quien llamar no solo por teléfono sino por video.

Y resulta chistoso lo que me he encontrado. Llegan muchos chats indicando que hacer y lo primero que dicen es báñate, arréglate como si fueras a salir, pero veo que muchos no hacen caso. Yo sí.

Cuando llamo por video me encuentro cosas como estas: la mayoría de pelo parado y como ya no hay peluquería disponible, el pelo al natural es otra cosa. Eso si les digo, cuando termine este encierro, para mi delicioso, todas vamos a parecer pompones, pelo blanco y salvaje. Estoy segura que nuestros peluqueros harán su agosto y con razón, son infaltables.

Veo también caras naturales, unas bellas, otras no tanto, pero naturales y pienso: la naturalidad en la mujer no existe, gracias a Dios, pero pobres hombres cuando nos descubren,

También he visto el resurgir de aquella frase de nuestras madres: ¿qué haces? Pues estoy sacando el diablo, expresión colombiana que sirve para descubrir que estamos arreglando closets, vestidores, cajones, etc. y estamos botando lo que no sirve.

Yo por ejemplo tengo dos bolsas grandes de esas negras, llenas de ropa para regalar y no solo ropa, también tengo perolas, cacerolas, y un sinfín de enseres, y bisutería, que ni sabía que tenía y no uso.

El vinito por la tarde tampoco nos falta a algunas. Conversando y tomándonos una copa, el tiempo vuela.

He descubierto que muchas son excelentes cocineras y no sabían. Yo entre ellas, definitivamente la tecnología sirve para todo y ahí vuelvo a amarla, he hecho las recetas mas deliciosas y sanas y me quedan ricas, las comparto con mis hermanas y amigas y ellas a su vez me devuelven otras y así nuestros compañeros de encierro están disfrutando de un buen restaurante, sin pagar y sin engordar.

He visto por estas llamadas por internet, muchas de hasta 25 personas, que a algunas ni las reconozco tan naturales, me ha dado dificultad saber quién es, e internamente tengo que averiguar. Santo Dios, como hemos cambiado y la tecnología con estas cámaras tan poderosas nos desnudan.

Pero en los WhatsApp también he descubierto muchas cosas:

Por ejemplo, a aquellos que le encanta enviar cualquier cosa sin cerciorarse si es verdad o no y al rato deben ofrecer disculpas por el error.

Miro chats de algunos que gustan de reenviar información terrorífica sobre el Coronavirus. Mientras más miedosa mejor, y de lugres del mundo inimaginables, porque saben que no vamos a averiguar si es verdad o no.

He visto los amantes de los memes mas bobos, sin creatividad, copiados de otros chats, que no dan risa, sino rabia, pero he visto otros, los mas creativos, que no hablan de descubrimientos médicos, ni nada, sino que de chiste en chiste te cuentan como va el mundo y el coronavirus.

No he visto, con excepción de un agrupo de amigos, ninguno que escriba algo propio. Todo es copiado, todo es reenviado, nada les sale.

He visto también a los que les gusta rezar y rezar y manda todo lo que dice el papa, el jesuita, el franciscano, el que hace conferencias de crecimiento personal, de la monja que se inventó una nueva oración y del que manda el evangelio diario, con una homilía del fin del mundo.

Y no falta el del chat de doble sentido, el que envía chistes machistas, que detesto, el que envía memes con doble sentido, el que se ríe de su esposa, el que quiere suicidarse porque está con su familia y no sabía que tenía familia, ni los conocía, y en fin el vulgar que con solo ver la primera imagen hay que borrarlo. Da pena ajena.

Pero también he visto el que manda enlaces, la mayoría buenos, para hacer ejercicios en casa, para hacer crucigramas virtuales, para hacer adivinanzas, para leer libros, para descubrir las 100 mejores películas de Netflix o de Amazon, para escuchar conferencias, visitar museos y mirar ciudades para visitar cuando esto termine.

¿Y que me dicen de los que están recogiendo dinero y mercados? Son miles, siempre hay un primo de un amigo o de un familiar que esta haciendo esta obra social para ayudar. De esos hay muchos y podría asegurar que de tantos que he leído, ya nadie debe estar pasando problemas.

No ha de faltar en los grupos, aquella que siempre está pendiente para responder de primera a cualquier pregunta y así hacerse al chisme o conocer que pasa en la vecindad. Es experta en todo y no tiene idea de nada, pero bueno, siempre está presta a servir, ahí se le perdona.

Pero tengo que confesarles que de todos los chats hay uno que no dejo de leer porque es novedoso, simpático, siempre tienen que decir, tienen buen humor, responden con agilidad y aunque son cansones a veces y dan cuerda hasta la media noche, es el mejor. ¿Y saben cuál es? No mejor no, porque se me pinchan.

Como ven, estos días, dan para todo en cuanto a tecnología, por eso decía que estaba cansada de tanto chat, pero la verdad, es que tengo que agradecerle mucho, porque gracias a ella podemos hablar con los hijos, vernos, juntos y al mismo tiempo, reírnos, apoyarnos.

No sería fácil poder hacer esto sin Internet, sin WhatsApp, sin Zoom, sin face time y mas cuando estamos en cuatro continentes diferentes, con horarios diferentes, pero lo hemos conseguido y hemos logrado vernos todos al tiempo, con sus esposas y esposos e hijos. Toda la familia en la pantalla del computador. Eso da felicidad y ahí me equito el sombrero y digo Gracias Redes sociales, gracias internet, gracias Dios.