Déjenme decirles que en este mundo todo va cambiando y si no nos apuramos nos quedamos donde siempre, mientras todos avanzan.
Es todo tan cambiante, que ya uno no sabe si es viejo o clásico.
Si te traquean los huesos no es porque tienes osteoporosis, sino porque estás crujiente.
Tener 50 años es estar muy pollo aún, y llegar a los 100 años es lo ideal.
Si te mueres a los 50 años, causas pena, desconcierto, sorpresa y todos comentan acerca de tu juventud, pero si te mueres a los 100 año, estando sano y enterito, ya dicen que era hora, qué fue suficiente, que debías estar cansado.
A veces las palabras también van cambiando por señales o por detalles. Ya no se estila decir te amo, sino, llevar chocolatinas, abrirle la puerta del carro, agradecer por estar contigo, recordarle tomarse la pastilla, escribirle un chat deseándole un buen día, darle ánimos y decirle que está regia o el contarle que estuviste en su mente todo el día.
Eso antes, era galantería caballerosidad, buenas maneras, detalles y señales de que le gustabas, pero también estaba el te amo, y todas las demás palabras que claramente lo significaban.
Todo cambia y las conversaciones entre adultos sí que cierto. Una reunión de jubilosos, aparte de disfrutarla sin afán, riéndose a carcajadas por cualquier comentario, siempre termina, en recetas, pero no de cocina, sino de medicamentos y ni que decir de ampliar la lista telefónica, pero no de amigos sino de médicos, especialistas en esto e en aquello.
Pero no solo es eso, también se habla de las nuevas construcciones, pero de clínicas y hospitales cercanos a la casa y todos son periodistas bien informados, porque hasta las publicidades se las leen y da para opinar sobre todos los temas, independiente del ángulo que se quiera dar, pues al final todos terminan votando por el que diga Uribe.
Pero no es que sean viejos, no, son clásicos que saben de todo, que tienen experiencia, que se ayudan entre sí, que consiguen pasear juntos, que disfrutan de la vida jubilosa, que no tienen cargas pesadas sobre los hombros y que saben gozarse la vida, así sepan que ya están contando años y que cada vez más, al leer el periódico se encuentran con un amigo que viajó, pero hacia el otro mundo.
A los clásicos de hoy la vida les parece hermosa, la disfrutan, saben que la vida es un ratico e invierten en ella de todas las maneras.
Nunca se estará viejo ni se será clásico si sabes, que todavía puedes estudiar, aprendiendo de los programas que hacen las universalidades para adultos mayores, de los conciertos que se realizan en la ciudad, de los programas académicos sobre las diferentes artes. Igualmente, cuando aprendes a leer de lo que te gusta, en compañía o solo, cuando asistes a tertulias culturales, cuando vas a cine en buena compañía y con crispetas y luego conversas acerca de los que vieron, cuando vas a donde te invitan para disfrutar de una buena conversación y compañía, cuando te enfiestas con los amigos y disfrutas de un buen licor, bailas, cantas, tocas la guitarra o simplemente disfrutas de lo que hacen los demás.
Así y solo así, disfrutando, es que te conviertes un clásico, con experiencia, en un viejo feliz y llevas una buena vida y en donde morirse, será el agradecimiento a todo lo bueno que viviste.
Un clásico modelo 53, sin reparación de motor., todavía para desfilar en la Feria de la Flores…
Pues me gusta sentirme un clásico, creo que me tocó crecer y formarme en la mejor generación, la he disfrutado, me la he gozado con algunas altas y bajas,Pero agradecido con Dios. Que vivan los clásicos.
Saludos.
Se es clásico cuando aún podemos citar un poeta, deleitarse con un vino añejo, sentir las notas de una Sinfonía, sentir la voz de Dios en una plegaria, distinguir el aroma del romero y el azahar, admirar una orquídea, y darse cuenta que aprendimos a escribir con plumafuente con unas emperatrices que también fueron maestras y que se llamaban Filia y Jahel.
No es ni viejo ni clásico, es humano, y su esencia no la define la edad, sino su actitud frente al milagro de vivir. Quien comprende y acepta este milagro mantiene un espíritu joven y vibrante, sin importar los años que marque el calendario.