Sí, eso soy yo en el fútbol: roja como el Deportivo Independiente Medellín, al que amo, aunque gane y verde como el Atlético Nacional al que admiro porque trabajé con ellos cuatro inolvidables años. Igual con los equipos extranjeros, me gusta que gane el Barcelona, pero le hago fuerza, al Real Madrid y no es por indecisa, no, es porque me gusta el juego, porque lo disfruto, porque me gusta que gane el que tenga ganar y no quedo aporreada si no gana el que más me gusta.

En ese entonces, cuando trabajé con Nacional, a los hinchas no les importaba de quien era seguidora, sino la calidad del trabajo que hacía y como comunicadora que fui de ese maravilloso equipo y de su gente, fui acogida con cariño y respeto porque trabajé para la empresa y sus seguidores como si fuera el equipo de mi alma, que de hecho así lo sentí.

Pero eso no fue gratuito, si bien hicimos un gran trabajo, eso fue el producto de los buenos líderes que manejaron el equipo, tanto el presidente de ese entonces, Sergio Naranjo, como su director técnico, Francisco Maturana, porque siempre inculcaron en sus jugadoras el respeto y pusieron por delante al ser humano como lo más valioso.

Con esa premisa, comenzaron desde el principio, visitando las escuelas primarias de los colegios oficiales, formando los hinchas del futuro, que hoy por hoy, son los padres de los hinchas actuales, de los jóvenes, pero no les inculcaron los valores que recibieron para disfrutar el juego, ni esa motivación de hacer el camino y disfrutar el ganar, sino que hoy el equipo gana o gana y siempre buscan culpables.

Traigo a colación esta historia porque justo en estos días he vivido con tristeza como cuando pierde un equipo, los otros buscan ofender, crear violencia, maltratar y acabar con quien no logró clasificar, cuando siempre lo habían hecho bien. Son los hinchas exitistas, que de tolerancia y de disfrute no tienen ni idea.

Eso siempre pasa, cada vez que uno de nuestros equipos locales pierde y el otro gana. Los hinchas se enfrentan y los memes en redes no cedan. Ofenden, hieren y provocan y eso no se vale.

Nadie discute que ganar es lo mejor, que el triunfo se saborea, que después del primero todos pierden y que del segundo nadie se acuerda.

Eso puede que sea cierto, pero el camino al triunfo hay que disfrutarlo, hacer fuerza por el equipo en cada juego, es gozar, es buscar la clasificación como una meta a trabajar, es sentir que el corazón se te sale del pecho en cada partido y que es el camino el que hay  que gozar, pero si al final no da el triunfo ni se gana la copa, lo importante no es acabar con los jugadores, ni pedir la cabeza del técnico, ni salir a torear a los hinchas del equipo ganador y mucho menos, a utilizar las redes para violentar al perdedor.
Aquí es donde nosotros cómo abuelos, padres y familia en general, entramos a jugar de campeones. A hacer de técnicos y dejar de ser hinchas
, para llamar al orden, a la cordura, para invitar y exigir a nuestros nietos hinchas, a nuestros hijos hinchas y a los sobrinos y familiares hinchas, a poner por encima del ganar o perder, la experiencia y el aprendizaje de la derrota y no sólo en el juego o en el fútbol, sino en todo lo que tenemos que hacer en nuestra vida para salir adelante.

La vida en sí misma exige trabajar con los demás y en equipo. La vida cada día nos reta a superarnos. Pero lo mejor de esa exigencia es disfrutar del plan que tracemos para alcanzar esa meta, sin necesidad de pararse en la cabeza de nadie y sin violentar ni al destino ni a los pasos que hay dar.

Las familias somos las forjadoras de los valores, las que enseñamos y modelamos con el ejemplo sin que, para frenar la violencia, tengamos que emplear más violencia, ni gritos ni castigos. Hablando se entiende la gente.

Enseñémosles a los nuestros que, no hay que competir, porque competir, también se relaciona con el uso o la ausencia de moralidad, puede llevar a ser desleal, deshonesto, a convertirse un “trepador” y a lograr el éxito a toda costa”.

Lo que hay que enseñarles es a trazar metas y a trabajar por los sueños, porque lo mejor del triunfo es el camino que hay que recorrer, el esfuerzo que debemos hacer y la dicha de alcanzar lo propuesto, porque fuimos capaces y si no se da, seguramente es porque no nos convenía y más tarde llegarán cosas mejores, pero que nadie nos quite todo lo que invertimos para lograrlo.

Yo por eso en el juego, le hago barra al que ganó, así no sea mi equipo, porque a mii lo que me encanta es el juego, el buen deporte y porque entiendo que también se lo merecían y les deseo que coronen su meta. Ese es el sentido del deporte, lo demás es violencia, por eso, en lo local,  siempre seré una verdadera sandía, cuando se trate de colores rojos y verdes