SOY UN ABUELO QUE SORPRENDE  CON CREATIVIDAD

 

Mi invitado en esta ocasión es un abuelo. Pero no cualquier abuelo. Es un abuelo en ejercicio y activo, creativo e igualado.

Se trata del periodista Jota Jairo Hoyos, quien con sus dos nietos consigue disfrutar al máximo su abuelazgo y digo, igualado, porque logra bajarse al tamaño y edad de Emili y Massimiliano, para poder ser el abuelo mago, el abuelo arregalotodo, el abuelo al alcance de la mano.

Esta es su historia, narrada por él mismo.

Emilia, de 5 años, tal vez nunca sepa que su abuelo materno de llama JHON JAIRO, creo que casi todos quienes leen este testimonio tampoco lo sabían. 

Abuelojota es una sola palabra para ella, quien me recibe en su Montería 5 o 6 veces al año, en fines de semana de escapada y huida de la gran ciudad, el periodismo, la vida social, cultural, de amigos, de pareja y de locha.  

A mi llegada a su apartamento hay protocolos y rituales que ya hacen parte de nuestra historia: “Abuelo Jota quítate los zapatos”. Claro el clima es cálido en esa ciudad, pero el piso está frio y fresco para andar descalzo mejor. Una camiseta, una bermuda y comienza la faena de 3 as. Me bajo y quedo a 70 centímetros del piso, al alcance de ella y de Massimiliano, de 3 años.

Primero lo primero, estoy sorprendido y les expreso cuanto han crecido, así que procedo a medirlos cada vez que voy. Emilia recuerda siempre cuantas “cuartas” medía la última vez, desde su tobillo hasta el final de su cabeza. Luego Massimiliano aunque está más pequeño sabe el protocolo y se parara ser medido. 

Yo soy abuelo de compañía nunca de educación o de reprender. Algo tengo claro desde siempre, los únicos que deben educar a los hijos son los papás, así se equivoquen. Nadie debe intervenir en ese proceso, ni los abuelos, ni tíos, ni vecinos. Así pedí respeto por mi decisión cuando nació Estefanía mi única hija, yo tenía 31 y siempre lo entendí. 

Al fin y al cabo, son los papás los únicos que pueden y deben enseñar a sus hijos en los primeros 6 años lo demás lo aprenden en la escuela y en la calle con sus amigos, en la televisión o mirando el mundo que les rodea.  

Mi orgullo es haber sido EL PAPÁ que enseñó a los hijos a ser ordenados, aseados, cumplidos, organizados, solidarios, honestos y con criterio de escogencia, aun desde pequeños se acostumbren a tomar algunas decisiones menores, que los harán sentirse valorados en su decisión.  

Pero con un nieto no. Si mi hija Estefanía o Emilio su esposo, están reprendiendo a sus hijos, el abuelo se para y se va del lugar para no interferir en absolutamente nada en ese instante y mucho menos dar un consuelo al reprendido. No es tema mío. Yo fui a ser abuelo no cumplir ningún otro papel.  

Confieso que debo repartir mi tiempo entre los 2 nietos. Claro, con Emilia llevo más tiempo y anécdotas que con Massimiliano que está más pequeño. Aun así, ambos se ponen celosos cuando juego con el otro, yo hago de tripas corazón y de todas maneras lo hago, pues no todas las cosas las hacemos los 3 juntos. No solo por ser niño y niña sino por la naturaleza misma de su carácter, preferencias, sensibilidades, fortalezas y capacidades.  

Jugar escondidas en la casa es lo de menos, aunque les gusta. Abuelojota se vuelve el abuelo más rápido y no se deja alcanzar en una carrera por toda la casa entre muebles, camas, sillas y cualquier obstáculo.

También me convierto en MagoJota al desaparecer algún objeto por ellos señalado y antes de lanzarlo supuestamente al aire, lo guardo en mi bolsillo al escondido y quedan convencidos de que lo lancé al infinito. Hay que buscarlo porque abuelo Jota lo desapareció. En medio del recorrido por la búsqueda lo pongo en algún rincón y luego ellos lo encuentran.  

Comprendí que cada ida mía a Montería me encontraba 2 nietos completamente distintos. No solo miden más “cuartas”, es que han crecido por dentro y han aprendido muchas cosas en colegio y en su relación con sus padres. No puedo jugar con ellos las mismas cosas de la misma manera porque sería tedioso para los tres.

Entonces me acostumbré a llevar cada vez algo sorprendente. Como guardar 15 monedas de 500 en diferentes bolsillos, dentro de las medias, dentro de los zapatos, en la correa, oculto detrás del reloj y hasta en el cabello, para que ellos me vayan “desmonedando” poco a poco y encuentren su dinero para la alcancía, porque hay que ahorrar para un paseo. 

Siempre me preguntan que les traje de mi último buceo. Les muestro fotos y vídeos y les cuento historias del mundo submarino.

Soy un “Abolo”, Así,  me dice mi nieto menor,  de los que repara todo, una silla desajustada,  un espejo, una pulsera, soy el que pintar un muro, el que los acompaña a  la piscina, al parque a montar en bici o patines y como fui marquetero por muchos años, aprendí muchas manualidades, así que los nombro mis asistentes y traen y llevan la herramienta, la pega o ayudan a apretar un tornillo y se sienten poderosos.  

Les encantan las fotos que nos tomamos y verlas después para criticarnos. Siempre llevo algún objeto para enseñar algo. Una lupa por ejemplo para enseñar lo que es de lejos y de cerca. Un metro para enseñar lo grande o lo pequeño, un rompecabezas, un caracol de mar, una linterna, etc.

Nunca llevo dulces, no siempre llevo regalos, pero siempre los sorprendo con mi creatividad. Cada vez que planeo ir, tengo que pensar en esos días como una experiencia nueva para ellos y también para mi.

Debo confesar que regreso a Medellín, exhausto, adolorido, cansado……mejor dicho: Mamao. Pero eso sí, feliz de haber compartido unos días de mi vida y darme la oportunidad de sacar dentro de mí ese niño que juega con ellos de tú a tú. Es una maratón continua de juegos, destrezas, innovación e inventos para variar la experiencia.

 Y también debo prepararme para que un día, cuando estén más grandes y yo más  viejo y nuestras relaciones cambien, ellos siempre tengan en su  memoria  los buenos recuerdos conmigo.