Ya ni sabemos a quién tenemos al lado, no importa si estamos con los amigos y mucho menos si estamos reunidos en familia ni hablar de los abuelos, nosotros sí que quedamos de segundones ante un celular.
Este aparatico, gran invento y salvación para todos, se está convirtiendo en el
mejor amigo y a su vez en enemigo de la amistad, de las buenas conversaciones, de las historias contadas, de los viajes, de las bodas, cumpleaños y demás celebraciones porque todo se vio en las redes.
El celular es un gran amigo y aquí destaco todos sus valores, siquiera existen, siquiera esta tecnología sigue avanzando, es una bendición tenerlo porque es un desvaradero para cualquier situación. Es una oficina ambulante, el celular reemplazó, las impresoras, las fotocopiadoras, los teléfonos fijos, los mapas, y aunque cause risa, reemplazó los dedos, porque no es sino hablarle y el escribe lo que uno le dice o llama a quien se le diga, hasta viajar ahora es fácil porque con una llamada por cámara puedes recorrer el mundo.
El celular salva vidas, es el preciso en una emergencia, socorre cuando uno está perdido en algún lugar y te lleva a donde le indiques, es el mejor compañero cuando uno esta solo, es el medio de comunicación de las noticias rosa, de los chismes de farándula, de los accidentes, de los trancones, del estado de las vías, reemplazó hasta los libros y las invitaciones sociales. Dios mío si quiera existen.
Es de los inventos más maravillosos que ha hecho el hombre, uno con un celular esta salvado. Ya no necesita computador para hacer tareas que no sean tan complicadas, es el mejor correo y el instantáneo.
Las vueltas de notaria, las fotos para imprimir, las citas médicas, los medicamentos, las reuniones, las fiestas, ya no hay que ir a entierros, porque todo lo vemos por el celular.
Uno diría que no tiene nada de malo y es verdad, no tiene nada malo por donde quiera que se mire, lo que nos lleva a pensar que el malo, es el que lo tiene. Y va uno a ver y es verdad, porque para muchos, el celular no se despega,
Está en la mano, en el bolsillo, tiene puesto de honor en la mesa del comedor, en la sala, en la mesa de noche, en la cartera, hasta en los bolsos de fiesta pequeños, es lo primero que empacamos y si la cosa esta complicada, en el seno va a dar, eso para las mujeres, porque los hombres lo llevan en el bolsillo o amarrado al cinturón.
Como ven, el celular se acomoda donde uno quiere, no es exigente, por eso digo que lo malo del celular somos los que lo cargamos, los que lo tenemos y los que lo pagamos.
Y me explico porque digo que con el celular quedamos de segundones:
Si hay una reunión de amigos, todos los celulares están alrededor de la mesa donde están las viandas y el licor, o en las piernas del dueño, o en el brazo de la silla, eso si con la mano lista para cogerlo por si timbra, por si hay que hacer una foto, por si te llaman o por si acaso, para estar mirando los WhatsApp que entran.
¡Qué mal educados nos volvimos¡ Ya las reuniones con los amigos son entrecortadas, estamos conversando y de pronto quedamos hablando como locos y solos, porque nuestros interlocutores tienen todos, el teléfono en la mano. He visto fotos de reuniones de amigos hablando por el celular, así estén juntos. Se envían mensajes para despotricar de lo que esta opinando otro de los contertulios, ¡que pereza!
Y si vamos a las reuniones familiares peor, porque a esas, a los jóvenes, casi siempre van obligados, pero llevan el celular para aislarse y no tener que ver nada de nada con la visita y lo peor, se ponen audífonos y ahí, quedan lejos del mundanal ruido y están de cuerpo, pero no más.
Lo mismo pasa en las reuniones de la oficina o del trabajo, el celular esta en la mesa, en silencio, pero alumbra con los mensajes y todos lo van mirando y si hay que tomar decisiones, se escriben por ahí para ver que hacer. Ya no discuten entre todos ya no analizan, qué es lo mejor, ya no miden el valor de las decisiones en el trabajo, simplemente se unen a través del WhatsApp para decidir que hacer. ¡qué vaina!
¿Y qué tal cuando salimos a comer?, bien sea en familia o entre amigos, o lo que sea, todo el mundo se dienta y al lado de los cubiertos está el celular. La excusa, es la carta virtual y por ahí mismo, se revisan los mensajes de ultimo momento y al cabo de un rato se inicia la conversación, que también se ve interrumpida por las llamadas que entran, los mensajes que llegar, las noticias que surgieron o simplemente para mostrar alguna foto.
Cómo era de bueno cuando nos sentábamos con los amigos a conversar sobre el viaje que hicieron o hicimos, a mostrar las fotos en el celular y explicarlas, o cuando nos reuníamos a ver las fotos y todo lo que pasó en a boda de fulanitos. No, ya no es así. Ya de eso pocón porque todo salió hace mucho tiempo en las redes. Todos los invitados subieron una foto diferente o la misma y quedamos enterados.
Igual pasa con los cumpleaños, son más las fotos que tomamos que la celebración misma. Todo divino en las redes, sonrientes, mostramos la comida, los trajes de los invitados, las risas postizas, pero la verdad, nada buena estuvo la reunión porque todos andábamos celular en mano.
Lo mismo pasa con las parejas de esposos, los que abren el ojo y echan mano del celular, no se si por aburrición o vicio, pero antes se saludaban con un beso, ahora escasamente un hola y a ver mensajes. ¡que tristeza!
Y para terminar y es lo que me parece más duro, es cuando los hijos y nietos vienen de visita donde los abuelos. Ni cuenta se dieron que pasó en la reunión. Los abuelos eran los únicos sin el celular en la mano. Estuvieron varias horas y la conversación fue escasa, apenas si se enteraron de que los abuelos estaban vivos, porque poca atención les prestaron y cuando les hacían preguntas, había que repetirles, porque estaban ocupados mirando el celular. Aquí sí, quedamos mas que de segundones. Pobres abuelos. ¡que dolor!
Como ven, no es el celular el que deja de segundón a las personas, somos las personas a las que se nos olvidó hacer buenas visitas, buenas reuniones, buenos encuentros, tocar guitarra, cantar, desatrasarnos de los que hicimos, de lo que nos pasó de lo que viene. Al paso que vamos, enmudeceremos.
Totalmente cierto. Que lindo era cuando nos reuníamos y teníamos que pedir la palabra porque todos queríamos compartir la última noticia.
Tal cuál, ni más ni menos.