Si le preguntan a cualquier integrante de una familia que tiene un niño autista, que es lo que más los asusta o que les crea zozobra, te van a contestar sin dudarlo: el futuro.
No te van a decir, que el comportamiento, o el lenguaje, o la socialización o las terapias o el colegio, no, aunque algunos de ellos lo sean, siempre te van a decir que el futuro incierto y eso les duele.
Cuando le pregunté a Jorge, el papá de Sebastián qué era lo que más le preocupaba, sin pensarlo ni un segundo me dijo que el futuro y que eso le dolía, textualmente me dijo “Es esa incertidumbre de no poder esperar nada, sino de vivir el día a día. Ese no saber mata y duele, pero aprendimos a manejarlo”.
Si bien el no saber qué va a pasar con su hijo a medida que pasa el tiempo es un enigma, también es verdad que con el tiempo eso se les pasa, a medida que van viendo los progresos y eso despierta la esperanza.
Cuando una familia como la de mi hija y mi yerno, deciden no esconder la condición de su hijo, sino, por el contrario, la dan conocer a través mío, su abuela bloguera, eso les permite expandir más su conocimiento porque cuando se hace público, llegan amigos y conocidos, que lo tenían guardado, por cualquier razón que no da para juzgarlos, y con ellos empiezan a compartir experiencias que, si bien, cada niño con TEA es diferente en su comportamiento. Sí hay situaciones que pueden compartirse tales como médicos, neurólogos, colegios, terapeutas, lugares donde salir con ellos con tranquilidad, y poco a poco van adquiriendo más experiencia de cómo viajar en avión con un niño autista, o cómo manejar situaciones difíciles en el colegio, enfrentarse al bulling, dónde conseguir los juguetes apropiados para ellos y así, mil cosas por el estilo.
Tener guardado la condición de un hijo autista es bien diferente a esconderlo y lo digo, porque a mí como abuela también me ha pasado. Al hacer púbico la condición de mi nieto, muchas personas maravillosas se me han acercado para darme sus sugerencias, consejos y hasta opiniones, unas muy buenas, otras no tanto, pero me he quedado con las que me sirven.
En cambio, quienes esconden esta condición de un hijo, es porque al fin de cuentas no han aceptado la situación, porque si lo hicieran, se darían cuenta de las bondades que eso da y de las muchas puertas que se abren y de las oportunidades que se presentan, porque escondiéndolo, eso nunca les va a llegar.
Dar a conocer la condición de un niño con TEA propicia la apertura a nuevos conocimientos, genera aprender más porque llega más información, se aprende a mirar la vida de otra manera y te llegan ayudas inimaginables. Pero bueno, cada uno maneja su cuento como mejor lo considere y lo respeto, pero volviendo a la incertidumbre del futuro, cuando se ven los progresos la esperanza renace y se aprende a no esperar, sino a recibir con fe.
Además, esa esperanza se la dan también los amigos que pasan por la misma situación o cuando ven en vivo y en directo a un joven autista universitario, médico, pintor, músico, investigador, mejor dicho, acomodado en el mundo y feliz. Eso sí que da más alegría y esperanza.
Este tema, dicen los papás de niños con TEA, es de manejarlo día a día. NO hay que adelantarse, hay que vivir el ya tal como se va presentando y un día a la vez.
Tienen que aprender a disfrutar el día. Si sale bien, eso es paz y adelante y si no fue el mejor de los días, se aprende de lo que pasó, para que cuando se repita ya saber cómo enfrentarlo.
Mi yerno Jorge me dice contantemente esta frase: “Con un niño autista no hay que andar prevenido” y segura que no es bueno empelicularse con lo que le pasará a su hijo más adelante. Pero ojo, una cosa es empelicularse y otra muy distinta es PREVENIRLO.
Conozco a unos grandes amigos que tienen un joven con una condición diferente al autismo, viven felices y son precavidos, pues ya tienen claro en dónde se quedará su hijo el día que ellos falten, con quién podrá estar bien cuidado para seguir creciendo y envejeciendo sin problemas. Eso es ser precavidos, no desesperados.
Como ven queridos abuelos, aquí lo importante no es desesperarse, ni adelantarse al futuro, sino hacer las cosas bien. Ayudar a su hijo de acuerdo con su conocimiento y sus capacidades y alentarlo a que trabaje en sus fortalezas. Si bien es verdad que el futuro preocupa, lo mejor es ocuparse ahora bien de ellos, para que el futuro sea bueno y ustedes puedan sentirse más bendecidos aún.
“Todos sabemos que cuando uno se pone nervioso, y comienza a pensar en lo que puede pasarle a nuestros hijos, eso se vuelve obsesión y sabemos que todo lo que uno proyecta, es lo que le llega a la vida. Por eso es vital pensar positivo y disfrutar todo lo que se haga y lo que va llegando. PRECAVIDOS Sí, DESESPERADOS NO”. No lo digo yo, nos lo dice Jorge, un papá que conoce muy bien del tema TEA.
Excelente maria victoria!! Me encantan tus temas!!! Crece mi admiracion por ustedes!!
Cada tema trae muchísimas enseñanzas y están escritos con mucho amor .
Tienes toda la razon Maria Victoria. Hay que vivir y disfrutar cada dia de la mejor manera y con optimism ö. Tambien Se que Son Muchos Los niños con TEA que desarrollan aptitudes especiales que Los hacen sobresalir sobre otros ninos de Su misma edad Me encanta la simpatia de Sebastian.