Por de malas, porque le tocó, porque así quiso Dios. No hay una razón cierta. Nada pasó en el embarazo, no hay antecedentes en la familia, lo mas cercano en autismo que tenemos es el hijo de unos amigos y los médicos no nos dieron una razón clara.
Así pues, acéptenoslo. Si al principio se buscaron las razones y culpables, pues no los hay. Quienes tenemos fe lo aceptamos como una decisión divina y nuestra reacción fue decir “por algo será, para algo lo tiene Dios, a lo mejor también de su familia está esperado que hagamos algo”. Aún no lo tenemos claro, pero lo que si es cierto es que quietos no nos quedamos. Manos a la obra, a trabajar por Sebastián y a sacarlo adelante.
¿Y cómo nos enteramos?
Mi hija, como psicóloga que es, comenzó desde que el bebé tenía unos 14 meses a notar que Sebastián no le atendía, lo llamaba y ni la miraba, lo buscaba para jugar y poca atención le ponía, siempre le gustaba jugar solo. Al principio, ella se dedicó a analizarlo porque como cualquier mamá, pensó que algo estaba pasando y en su inteligencia, se puso atenta y vigilante. Luego vine yo con mis preguntas: ¿no te parece que Sebastián no me escucha? a esa edad su hermanita mayor, ahora siete años, ya me hablaba por face time, conversaba enredos, pero le entendíamos y Sebastián, ni me mira, no le gusta mirar el IPad y en fin, muchas señales se fueron sumando e hicieron que mi hija se adelantara a y comenzara a investigar y descartar inconvenientes.
Inicialmente con su hermano médico comenzaron a mirar, desde la distancia, la una en Estados Unidos y el otro en Medellín, Colombia, el comportamiento del niño. Pensamos que era problemas de oído, a lo mejor no escuchaba, por ello, lo primero en descartar fue este tema y por fortuna no era eso. Se les hicieron los exámenes y se descartó sordera. Luego vinieron los neurólogos y el día que había que recibir el diagnostico, mi hija en su angustia nos llamó y nos pidió que los acompañáramos pues se sentía agobiada por lo que ella presentía sería el resultado y de inmediato viajamos a apoyarla.
Las sospechas se confirmaron, y como ya les conté anteriormente, lo que siguió de ahí en adelante fue trabajo, estudio, compresión, apoyo y cuidados.
Como abuelos, decidimos quedarnos mas tiempo de lo previsto acompañándolos, haciendo lo que ellos tenía que hacer en su casa, para que se pudieran dedicar a averiguar que debían hacer, a quien acudir, que tipos de terapias debían comenzar, en que guardería deberían matricularlo y todo lo relacionado con las terapias y atenciones para el niño.
Para ellos fuimos sus super héroes. Eso es lo mas que podemos hacer como abuelos, apoyarlos, ayudar en lo que requieran y estar siempre atentos a animarlos, a no dejarlos desfallecer a inculcarles fortaleza y caminar con ellos cuando lo necesiten. ¡Metidos jamás, apoyadores siempre!
Todo salió bien y mejor de lo esperado, muchos milagros ocurrieron en estos momentos, nuestros rezos fueron escuchados y hoy vamos encaminados. Todo saldrá bien. De eso estamos seguros.
¿Qué decirle a una hija o a una familia cuando te cuentan que tienen un hijo autista? Ya lo veremos
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