Ya es hora. Estamos a tiempo. Vamos a criar hijos varones funcionales, toderos, sin pena, decididos, tranquilos, amorosos, respetuosos y más.

Estamos a tiempo de levantar hombres que no les duela barrer y trapear, que sepan cocinar, que tiendan la cama, que cambien pañales y que sean padres ejemplares. Es la hora propicia para enseñarles que, ellos no tienen que ayudar en la casa, sino que esa casa es su hogar y por lo tanto es su deber hacer, no ayudar.

No hay necesidad de hacer papeles para decidir qué hace cada uno, suficiente con que conozcan la rutina y cada quien se apropie de lo que le parezca más oportuno hacer, sin necesidad de escritura.

Hacer de nuestros hijos y nietos hombres funcionales les va evitar las peleas diarias de los matrimonios, causa también, de muchas separaciones, pues las mujeres tienden a convertirse en las esclavas no solo de la oficina de trabajo sino del hogar, en donde el hombre llega tan cansado como ella y se sienta a que lo atiendan. Ahora que casi todas las mujeres trabajan, hacer todo en compañía resulta mejor.

No. No se vale criar hijos cómodos, recostados. Machistas, mandones, que todavía creen que lavar un plato los hace menos hombres o que cargar y hacer dormir al hijo los rebaja en su categoría varonil.

No podemos seguir criando energúmenos, que furiosos llegan a sus hogares a mandar y exigir que todo esté a tiempo, así hayan llegado juntos del trabajo y que cuando no obtienen lo que quieren o su compañera le pide que ayude, sacan su mano de
macho para golpearlas y hasta matarlas.

No podemos seguir criando feminicidas en potencia y tampoco mujeres cantaletosas, aburridas, estragadas de la vida, desaliñadas, opacadas y muertas de miedo a toda hora, temiendo ser dejadas por sus parejas, golpeadas, o maltratadas psicológicamente porque “no sirven para nada”

No podemos seguir levantando hijos machistas que creen que por ser hombres se merecen lo mejor porque su mamá así lo hacía.

No podemos seguir criando hombres machistas que creen que la obediencia en solo para las mujeres y que son los reyes del mundo. No. Eso se acabó con esta generación que, ustedes nuestras hijas e hijos, y las madres de mi edad como yo, los levantamos a nuestros nietos en un ambiente de respeto pero funcionales.

Un hombre que en realidad ama a su pareja, es al que le importa un pepino el qué dirán porque ayuda en su casa, para hacer todo mejor y más rápido y poder compartir con su pareja y sus hijos el tiempo libre.

Es el que ayuda con todo lo del hogar y no solo es el proveedor, porque déjenme decirles que, ahora las mujeres somos mejores proveedoras y nos rinde más .

Déjenme decirles que ya las mujeres no necesitamos de un hombre para vivir y menos para sobrevivir porque tenemos más coraje y valentía para empoderarnos, entre otras muchas cualidades.

Déjenme contarles que las mujeres estudiamos, pensamos, decidimos y somos capaces de alzar en nuestros hombros un hogar completo sin quejarnos. Pero esa no es la idea. No es necesario mostrar de que somos capaces, sino que sabemos trabajar en equipo con el compañero de vida que escogimos.

Si bien ya nos aterroriza vivir sin hombres y sin hijos, si queremos tener una pareja con quien compartir, en el sentido literal de la palabra, queremos tener un hogar para disfrutar y compartir.

Queremos hacer de la casa el hogar soñado, con un compañero comprensivo, amoroso y no con una fiera que con solo mirar ya nos amenaza de muerte.

Ya no podemos seguir diciendo que nuestros compañeros de vida son así, porque: “al burro como lo crían”. Tenemos que dejar de lado el machista hiriente, al segregador, al machista merecido y a los reyes y reinas de la casa.

Estamos a tiempo de enderezar una generación completa con el amor y el respeto, valores que deben reinar en todo hogar y en cada ser humano. Las mujeres y mamás de hoy, y también nosotros los abuelos, estamos a tiempo de hacerlo.

Si lográramos educar en el respeto e hiciéramos de los hombres y mujeres, seres más tolerantes y funcionales, no veríamos tantos matrimonios separados porque los señores no ayudan, porque son machistas, golpeadores y hasta feminicidas e igual evitaríamos, que las mujeres continuáramos con la fama de brujas, cantaletosas, acosadoras, insufribles y cansonas.

De otra forma, seríamos mejores seres humanos. En nuestras manos está.