Y sigue haciéndolo hasta que al miedo le de miedo.  Así es. Cuando hay que tomar decisiones, hay que tomarlas, por duras, miedosas, peligrosas e inciertas que sean.

Y me van a decir que cada decisión trae consecuencias. Es verdad y eso es lo que causa el miedo, el tener que afrontarlas.

Voy a contarles una infidencia familiar que tiene que ver con las oraciones que cuando pequeños yo les enseñaba a mis hijos, eran las mismas que mi madre nos enseñó a nosotros cuando éramos niños y que por costumbre, por religión y porque me parecían bellas, yo se las transmití a mis hijos. Las rezábamos antes de acostarnos, especialmente para quitarnos el miedo a dormir solos, o simplemente porque nos daba tranquilidad o teníamos que agradecer o pedir a Dios algo. Esas oraciones eran: “bendito alabado, sea el santísimo” …. la otra era la del ángel de la guarda: “ángel de mi guarda mi dulce compañía” …. O “cuatro esquinitas tiene mi cama” …. y la última, era cosecha de mi mamá, pero seguí la tradición: “niño Jesús hazme una niña, buena, inteligente y obediente”.

Pero a mi hijo mayor, de apenas cuatro años, esa última oración le resultaba pesada, no le cuadraba y un día me dijo: “mami voy a cambiar esa oración por otra mejor, o mejor dicho, le voy a cambiar la última parte porque eso de obediente no me suena, porque no lo puedo cumplir, y la cambió así: “Niño Jesús hazme un niño bueno, inteligente y de decisiones”

Todo esto para contarles, que, de ahí en adelante, esa es la oración predilecta de mis hijos que ellos a su vez se la enseñan a mis nietos.

Mi hijo mayor siempre me escuchaba a mi decir y renegar porque alguien no tomaba decisiones, se demoraba para hacerlo y las tomaba con miedo, y claro podía equivocarse. Cuando me escuchaba hablar con un adulto acerca de las decisiones “paraba oreja”, y un día cualquiera me dijo que había cambiado esa oración porque el ser obediente era muy sumiso, en cambio aprender a tomar decisiones era muy importante para la vida, y no se equivocó. También debo decirles que tomar decisiones sobre todo cuando marcan futuro o tienen que ver con que afectan a otras personas, no es fácil, lo reconozco, pero así y todo hay que tomarlas, con miedo sí, pero con esperanza y pensando que es lo mejor que debemos hacer.

Siempre que escucho a mi hija que debe tomar decisiones acerca de lo que más le conviene o no a Sebastián mi nieto con TEA, la siento asustada y ella en su nobleza me confiesa que le da susto porque hay mucha responsabilidad en ella y en su esposo, acerca de lo que es mejor para el niño en cuanto a sus tratamientos, terapias, colegios, salidas, etc.

Pero mi respuesta siempre es la misma. No porque lo sepa, sino porque siempre he visto que a pesar de los nervios que eso les causa, no se han equivocado. Siempre ha sido lo mejor y aunque a veces hay retrocesos, todo vuelve a la normalidad cuando ya se ha acomodado.

Es normal tener miedo y darle susto, pero ellos, ya saben mucho de autismo, en el caso de mi hija, como psicóloga que es, sabe evaluar bien las alternativas y por ello, todo va por buen camino hasta la fecha.

Tomar la decisión de pensionarse, cuando aún te sientes joven, llena de vida y de salud y cuando aún te quieren en el trabajo y te dicen quédate otro tiempo, no es fácil. Eso se duda, porque equivale a evaluar muchas cosas: lo primero, es el bajón del salario, ya solo te quedarás con el de la pensión, que no siempre es igual, es más, ni se parece a lo que venías ganando; segundo, hay que bajarse de gastos; tercero, ya los gustos hay que moderarlos; cuarto, ¿qué voy a hacer con el tiempo libre?, ¿qué voy a hacer todo el día encerrado en la casa? ¿Ya solo me queda el esposo, y él y yo juntos todo el día, qué vamos a hacer? Y así miles de preguntas que da pánico tomar la decisión. A mí me pasó, pero la tomé y no me arrepiento ni un solo minuto.

Fue lo mejor que hice, porque empecé a recoger lo que había sembrado, porque mi agenda de desocupada, vive llena, a veces el día no me alcanza para hacer todo lo que hago. Estar con mi esposo, ha sido lo mejor, fue volver al noviazgo con más privilegios y sin censura. Bajarme del salario, aunque fue un hecho, se convirtió en una economía de hogar y los dos juntos administramos lo que tenemos y nada nos falta. Lo de darse gustos es paja. Si por ello se entiende, salir a tomar café, almorzar, comer con amigos, eso no les va a faltar, pero modificado, ya no tanto en restaurantes, pero si en las casas de cada uno, con más tiempo, más espacio, mejor comida, más saludable y no te cobran, solo hay que invertir cuando te toca a ti.

Que el gustico para comprar ropa y antojos para la casa, también es paja. Ya a esta edad y jubilosos, lo que tenemos, tenemos. La ropa de trabajo desaparece y se regala y entran al vestier o al closet, bluyines por pantalones costosos o vestidos de moda por ropa cómoda, tenis por tacones, digo tenis y en eso si no le he bajado a la compra, porque si bien no compro tacones y zapatos de mostrar, tengo toda clase de tenis. Me encantan, visten bien y son cómodos, además prevengo el futuro de mis rodillas y columna.

Como ven, decisiones difíciles tienen arreglo, porque cada vez y a medida que pasa el tiempo no nos antojamos de cosas costosas, sino que nos gusten a nosotros y no nos importa presumir.

Todos estos cuentos, era para rematarles con la historia de mi tía favorita. Tiene 90 años, y por culpa del Covid, que casi se la lleva, estuvo en un Nursery Home casi dos años. Una amiga hermosa de Houston, donde ella vive, y yo, administramos durante este tiempo su vida y casi que su muerte, porque hubo momentos en que nos decían los médicos que nada que hacer, Pero ella, luchadora y tesonera como lo ha sido, decidió vivir.

Fue un proceso de un año largo para recuperarse de las escaras que le dio la cama, estuvo de hospital en hospital hasta que llegó a ese Nursery Home, donde la acogieron con amor y le ayudaron a salir adelante.  Aprendió a caminar nuevamente y a valerse por ella misma y hace 20 días me llamó y me dijo: “Vickicita, me quiero ir de aquí, ya soy capaz de vivir mi vida, voy a necesitar quien me acompañe y ya conseguí una buena amiga que lo hará. Yo sé que tengo 90 años, pero tengo mi cabeza bien puesta y soy capaz de movilizarme, ir al banco, ir al mercado y demás, ya no conduzco, pero se pedir Uber.  Ya hablé con el médico y la directora de este sitio y ya apliqué para un nuevo apartamento y me voy. Y se fue. Hace ocho días. Está feliz viviendo con quien deseaba y bien atendida.

Esas si son decisiones. Ella decidió a sus noventa años seguir adelante, seguir siendo feliz y disfrutar lo mucho o poco que le falta. Ella sabe que esa decisión tiene consecuencias, pero enfrentó su miedo y así lo hará cuando le toque asumir alguna consecuencia.

Es un ejemplo para mí, porque la verdad, a mí me dio miedo por ella, pero ella, estaba segura.

Así pues, a tomar decisiones de vida que nos hagan felices, que podamos transmitir esa felicidad a los demás y que “aunque al miedo no le han puesto calzones”, seamos capaces de enfrentarlo cuando nos toque.