Disfrutar más y quejarnos menos era la idea, pero hoy ando tristona, eso creo

Durante todo este tiempo he leído que proteger “a los abuelitos” es parte de la bondad de las medidas que se vienen tomando y lo creí y aún le creo, pero…

Estos últimos días he leído también y escuchado, además, que ese cuidado con los “abuelitos” atenta contra su salud mental. 

Lo leía y pensaba que podía ser verdad, pero lo que no sabía era que me iba a tocar tan de cerca y tan patéticamente triste.

Mi mamá está cumpliendo hoy 91 y si bien por su edad venía perdiendo algo de su memoria cercana, ahora, tan guardada y cuidada se nos aceleró su proceso.

Sus siete hijos decidimos acatar las normas y cuidarla al máximo.

Ella vive en un pueblo cercano a Medellín, en Colombia, y la confinamos como lo pidió la norma, con dos de mis hermanas y con todo lo que necesitaba.

Nunca le ha faltado nada, hasta su médico la viene atendiendo, y se ven por el teléfono a través de una de sus plataformas.

Sus hijos la llamamos a mañana y noche y diariamente nos vemos con ella a través de la internet.

A medida que avanzaba este encierro, sus conversaciones telefónicas comenzaron a variar y a ser repetitiva. En solo unos minutos de conversación, hasta tres o cuatro veces nos hacía las mismas preguntas. Todos sus hijos lo hablamos y pensábamos que se estaba acrecentando su mala memoria y se lo dijimos.

Le hablamos de la importancia de hacer un esfuerzo por recordar lo que hacía 30 segundos le habíamos dicho.

Le enviamos más sopas de letras, más crucigramas, libros para leer, le pedimos a quienes la cuidaban que jugaran más parqués y que vieran más cine.

Así lo aceptó ella, consciente también de su falta de memoria e hizo todo lo propuesto.

Le sugerimos caminar un poco más, le recordamos la importancia de hacer más ejercicio, el que pudiera, a su ritmo y hasta cuánto pudiera.  Ella muy atenta, lo comenzó a hacer.

Luego, comenzaron los olvidos menores. A cada llamada que le hacíamos, nos reprochaba porque no la habíamos llamado en la semana. Tocaba recordarle que habíamos hablado por la mañana y lo que habíamos conversado, entonces nos repetía lo que alguna vez nos había dicho:” no importa, vuelva y repítame que no me acuerdo y si le vuelvo a preguntar 80 veces, 80 veces me vuelve a decir “y obedecimos.

Pero siguieron pasando los días y sus olvidos también fueron creciendo. 

En la medida en que no nos veía, más no reclamaba y se enojaba y le decía a quienes la cuidan que éramos ingratos que no nos acordábamos de ella.

Pero estos últimos tres días, ya no nos hace reclamos, solo les dice a mis hermanas, sus cuidadoras, que nadie la llama.  

A mí, que la llamo a mañana y noche, y así somos todos los hermanos, me reclamó con enojo que yo estaba muy ausente y que ya no me preocupaba por ella.

Le expliqué nuevamente que ya habíamos hablado, que estábamos en una situación en la cual no podíamos salir, pero que cuando nos lo permitieran, esa sería nuestra primera salida, ir a visitarla.

Le dije que, como ella, yo también extrañaba a mis hijos, que viven en diferentes continentes y que también como ella solo los veo por internet.  Me entendió, pero volvió a reclamarme mi ausencia y lejanía.

Eso me dejo devastada, ¡quien más que yo y mis hermanos quisiéramos estar con ella!

Somos una familia de las que llaman “gallina con pollitos”, porque estamos juntos y somos muy unidos y por cuidarla, acordamos estar con ella solo por internet.

El día de la madre, todos almorzamos con ella de manera virtual, estuvimos casi dos horas conectados hablando luego, la mayoría de sus nietos hablaron también con ella de la misma manera, pero infortunadamente, ella se acuerda poco de ese episodio.

Dicen mis hermanas, las que están con ella, que tuvieron que llamar a mis otros hermanos que viven más cerca a pedirles que fueran a verla, eso sí, con tapabocas, cambio de ropa antes de saludarla, etc. Así lo hicieron porque hemos entendido con terror que estar tan «guardada» ha mermado su capacidad física y acrecentado su pérdida de memoria.

Pero ustedes dirán; tiene 91 años ya era hora, eso es demencia senil. Sí, puede ser. Nosotros también lo entendíamos así y sabíamos que con el tiempo se nos “perdería” más, pero tan rápido y veloz no lo presentíamos.

No quiero dar mal ejemplo y muchos menos culpar a nadie por esta situación. 

Soy clara, apruebo las medidas tomadas, las he aceptado y cumplido y lo seguiré haciendo por mi salud y la de los demás, pero eso no me impide decir, que la soledad y la tristeza de mi madre por no vernos físicamente y no sentir que la amamos, la está acabando.