Cuando tuve Covid, recibí muchos mensajes alentadores y casi todos hablaban de mi valentía, de mi fortaleza y de mi reciedad.
Recibí mensajes como:
“Vicky Esa Covid no sabe con quién se metió”; 0 este otro; “María V el COVID no se quería perder lo maravillosa que eres, solo quiso conocerte y luego salir a contar que había tenido la suerte de visitarte y que como un pobre virus que es, no pudo hacerte daño porque eres una mujer de hierro”; y este último, MaríaV. Un abrazo sanador. Siquiera ya te cogió vacunada. Afortunadamente tienes ese espíritu alegre y optimista que te hace vivir cada día con una sonrisa!!”.
También he recibido por parte de una de mis hijas, no se sé si como regaño, reclamo o felicitación, palabras como “ para ti todo es fácil, nada te parece difícil, hasta a lo malo le sacas lo bueno”
Y ahora que he tenido tiempo para pensar, lo he hecho hasta como examen de conciencia , y encuentro que sí, que tienen mucho de cierto en lo que me dicen, pero no todo es verdad.
Creo que es más cuestión de actitud que de realidad.
Y lo explico: reconozco que soy de carácter fuerte, quizás muy fuerte, de general de tres soles, como me dicen algunos de mis amigos.
Soy de carácter fuerte para que todo salga perfecto, para que el azar no me pegue sustos.
Me gusta coordinar todo lo que hago o mando a hacer y cuando trabajaba y era jefe, era perfeccionista hasta más no poder y por ello me gané la fama de mandona, fuerte y generala.
En mi casa igual, no permitía la debilidad en nadie, especialmente en mis hijos. Si estaban enfermos los aliviaba a punta de cuentos y medicinas, pero no toleraba verlos encamados, siempre les decía que, “ la cama enferma y la casa embrutece” y de tanto decirlo, ahora no se permiten ni enfermarse y al igual que yo, todo lo quieren hacer y nadie lo hace mejor que uno mismo.
Y eso es mentira, me equivoqué, uno puede enfermarse , hay quienes hacen las cosas mejor que uno y hay gente más valiente que yo y para todo .
Hay que reconocer y dejar hacer, soltar, permitir y hasta debilitarse, pero lo que no se vale soltar es la actitud.
La actitud es una forma de vida y esa la adquirí desde muy pequeña, la mantengo y creo que moriré en mi ley y se las quiero transmitir a los míos, porque sólo la actitud te saca, te levanta, te sostiene, te llena de Fe y te da esperanza.
Es cierto lo que me dice mi hija, para mi es más fácil sacar algo de lo malo que morirme renegando por lo que pasó.
Soy de las que pienso que nada es lejos, si hay carros; que sacar tiempo para mercar, no es perder tiempo del trabajo porque estoy invirtiendo en mi familia; que enfermarme no es malo si me levanto y aprendo que el cuerpo me habla y que debo ponerle atención y que si las cosas no se me dieron, es porque vendrá algo mejor más tarde y ahí, entenderé porque no se me concedió en su momento, lo que tanto quería.
Doy la lucha sí, pero también sé que los imposibles existen y que pueden ser reemplazados por algo diferente y mejor.
También reconozco que soy miedosa, que los rayos y los truenos me empanican , que estar sola en mi casa no es descanso, sino que extraño a quien siempre me hace compañía.
Aprendí, no con facilidad , que hay personas que hacen mejor las cosas que yo, que soy fácilmente reemplazable y que el tiempo no perdona y por eso hay que disfrutarlo.
Entendí que vivir en función de otros solo trae desengaños, pero también aprendizajes y uno de ellos es el de dejar, el de soltar, el de disfrutar , el de entender que cada quien es como es y hay que respetarlo.
Ahora, cuando ya he vivido tanto, cuando soy más madura, cuando siento que aprendí y conocí mucho de la esencia del ser humano, mi actitud hacia mi vida y las de los otros cambió.
Y cambió para bien. Podría decirles que me quité ese piano de encima de estar en función de los demás y de querer hacerlo todo.
Hoy por hoy, mi actitud no es la de arreglar, sino de ayudar, de servir y de colaborar hasta donde pueda, sin cargar pesos que no me pertenecen.
Ahora, mi estrés es el únicamente necesario y muy esporádico, porque mi actitud es la de analizar hasta dónde puedo llegar y lo hago, si no está en mis manos, lo suelto o lo cambio.
Ahora decidí que mis actitudes frente a la vida serán la de recoger lo que sembré, de recibirlo con tranquilidad y de darle la vuelta a lo que no me gusta.
Mi actitud ya en estos sesenta y tantos años, es la de devolverle a la vida, a través del servicio, con mi club Rotario Medellin, lo bueno que tanto me dio; es leer más y aprender más a través de los libros y desatrasarme de tantos que no pude leer por falta de tiempo; es aprovechar que la vida puso a mis hijos en continentes diferentes y poder visitarlos para verlos, conocer, aprender y disfrutar; es saber que ciertamente la vida es un ratico y que mientras tenga rodillas, debo caminar la vida de la mano de quien más amo. Así de simple
UNA SUGERENCIA: Si quieren ver una serie de Amazon bien entretenida, en donde la actitud es parte importante de la trama, especialmente en el protagonista, las invito a que vean This is Us, Así somos. Es entretenida y buena para disfrutar en compañía, y si es con los hijos o nietos, mejor todavía.
Gran mensaje, importante vivencia y ejemplo a seguir.
Gracias a Dios estás recuperada. Sin duda alguna eres una TESA.
Te admiro muchísimo.
Interesante artículo , es muy cierto la madures nos da toda esa sabiduría y aprendemos que primero somos nosotros y que cada momento vivido hay que aprovecharlo y disfrutarlo.
Muy buen análisis .
Eres maravillosa!, te amo muchísimo.
Es verdad Maria victoria la acitud que tomemos en determinados momentos nos saca a flote o simplemente nos hunde!! Un fuerte abrazo
Asi es Maria V. Solo nosotros decidimos si nos amargamos o le sacamos provecho a un momento difícil. Me alegra mucho que estés ya muy bien.