Siento una profunda angustia y una inmensa incertidumbre por la capacidad que tienen algunos líderes y politiqueros para acomodarse y mover sus colas de lagartos ante los candidatos a la alcaldía y a la gobernación.

Angustia, porque amenazan de muerte y pagan por matar a un candidato, eso nos vuelve a subir a la cima de la violencia que por tantos años, como estigma, cargamos los paisas y no solo es por eso, sino porque nos están diciendo que la vida de una persona tiene precio y si bien es alto, no deja de ser precio, cuando debería ser sagrada e intocable y más, la de una persona que solo busca servir, no robar, acabar con la corrupción en los cargos públicos y volver a construir esta casa llamada

Medellín, de quienes se la robaron a pedazos. Por eso digo que entre amenazas y lagartos se mueve hoy la ciudad que tanto amamos.

Amenazas que van de la mano de la ambición de unos que, quieren hacer lo que sea, incluido asesinar, para conseguir el cargo que quieren saquear.

Hablar de lagartos da hasta pena, porque el lagarto es un animal reptil, que se arrastra maliciosamente, moviendo su cola para todos lados, buscando sacar del camino a quien se le atraviese porque va a lo que va: a devorarse su presa más preciada.

Así, tal cual se mueven algunos politiqueros baratos, que no se paran en pelos hasta conseguir su botín.

Ellos, los lagartos, salen del lodo donde se mantienen camuflados y están alertas a meterse en cualquier campaña, buscan amistades, se vuelven indispensables y a medida que van pasando las encuestas se van cambiando de candidato hasta que llegan al que va punteando y asisten a cuanto evento los inviten, o no, se hacen notar y comienzan a hablar con propiedad y veladamente sobre el cargo al que aspiran, derrochando conocimiento y ganas.

Espero que ya los tengan identificados.


Esos lagartos, aunque son peligrosos, son menos que, los que de verdad aspiran a los máximos cargos y que, ante la falta de consistencia en sus discursos, la poca acogida o la sacada de trapitos al sol de sus debilidades, de sus robos, de los daños que han hecho, de las contrataciones que amañaron para sacar tajada, de las obras inconclusas porque se robaron el dinero, de las coimas que piden y así muchos delitos más, que sacan los o medios de comunicación, hacen lo que sea por quedar.

Y digo que hacen lo que sea porque así son, sin escrúpulos, sin moral, no les importa pararse en la cabeza de su mamá o de quien sea, para conseguir su tesoro.


Pagan bodegas llenas de jóvenes que, a través de las redes sociales, se dedican a desprestigiar a los demás contrincantes, se alían con otros menos escrupulosos y juntos, comienzan a festín de gastar el dinero ajeno, obligan a pagar los favores, sacan de los colegios a los profesores y dejan a los niños sin escuela, para poder tener quien les haga arengas, so pena de perder los cargos si no van.

Los hay de todos los estilos y colores y lo peor, resultan familiares unos con otros.

Pero eso no es todo. Ya cuando se ven pedidos, no se rinden y hacen lo peor, amenazan y pagan por asesinar. ¡Que bajo han caído!

Solo queda rezar para que esta angustia se me quite y buscar que la gente honesta, inteligente, que piensa, que estudia, que sabe de todas estas fechorías, reflexione y cuando tengan que salir a las urnas, se pongan la mano en el considere y voten bien.

No más lagartos, para que no tengamos que lamentar más mártires en esta ciudad, porque de ellos están llenos los cementerios y de nada nos sirven, pues los lagartos siguen campeando y los malos lideres robando.