Tan útil e importante que es. Tan necesario, tan buena compañía para quienes viven o están solos. Tan romántico cuando uno está enamorado. 

El WhatsApp sirve hasta para remedio: para esconderse detrás de él al enviar esos mensajes que no somos capaces de verbalizar, para averiguar indirectamente por lo que queremos saber de alguien o de algo, tan rápido cuando de emergencias se trata, tan útil cuando se requiere de un favor, tan solidario cuando alguien se pierde o se necesita donar sangre, tan necesario cuando uno necesita ver lo que hay que comprar, tan eficiente cuando uno manda al esposo a mercar y le puede hacer la lista con las marcas y enviarle las fotos para que no traiga lo que no es, o lo más barato o lo más caro o lo que a él que le pareció mejor.

El WhatsApp es mi herramienta preferida para ver a mis nietos, saludar a mis hijos que viven en países distintos, asistir a los funerales virtuales de mis amigos que se fueron, y para trabajar es el mejor, el más rápido, el que no falla.Es el mejor para organizar grupos de amigos, equipos de trabajo, fiestas, asambleas. Es el perfecto para orientar decisiones en reuniones importantes o que requieran de apoyo.

Por el WhatsApp se han tomado las más importantes decisiones gremiales, empresariales, familiares y de toda índole, porque es silencioso, sabe guardar secretos, se pueden borrar sin dejar huella y la confidencialidad es buena porque sabe guardar, y bien escondido en la nube, lo que uno quiere que se mantenga por si acaso.

Pero… ufff …que cansancio cuando se nos ocurrió meternos en grupos de toda clase y con quienes no tienen otra cosa que hacer que enviar mensajes sin sentido, sin importancia, publicidad, propaganda, mensajes repetidos, memes, caritas, perros perdidos por todos los grupos, preguntas que ya han tenido respuestas, y los que no escriben, sino que hablan a través de memes, figuras en movimiento, emoticones etc. y que a todo dan gracias.

No hay nada más desesperante que recibir mensajes llenos de oraciones o de figuras religiosas amenazantes. De esas que te dicen que el milagro obrará de inmediato, pero que, si no lo pasas a diez personas más, se volverán en tu contra… que desgracia es ver que la fe se convierte en juguete y que el Dios en el que creemos es castigador.

Pero ¿qué me dicen de esos saludos mañaneros llenos de felicidad y que se pasan por todos los contactos que tenemos y llegan al mismo tiempo?

¿O, cuando el día de tu cumpleaños te pasan mensajes sacados de cualquier plataforma y con eso creen que ya están listas las felicitaciones? Pues conmigo no es. Me aterran los muñequitos que me saludan, que me desean lo mismo que a otros miles de personas. Eso me indica que me felicitaron por salir del paso, que en realidad se acordaron, pero que no les nació decirme una frase propia, amable y que de verdad se sienta uno que lo aprecian.

¿Y qué tal los que en Navidad y año nuevo pasaron a todos sus contactos, el mismo FELIZ 2022 que se diseñó para el mundo entero y que nos llegaron por montones porque tenemos muchos grupos?

¿Y los perezosos que aprovechan los grupos para preguntar por todo: ¿Dónde están vacunando hoy, y cuando alguien les responde, son tan campantes que preguntan, cual marca están poniendo y a qué horas?

Tener WhatsApp, es lo mejor que nos ha dado la tecnología, pero creo que se nos fue la mano en la mala utilización del lenguaje o lo que es peor, no lo estamos utilizando.

Recién recibí un WhatsApp que se me acomoda a lo que les estoy diciendo y se los transcribo:

“El idioma español tiene cerca de trescientas mil palabras.

En el libro Don Quijote, Cervantes utilizó 22.239 palabras diferentes.

En una conversación entre dos profesionales pensionados, se usan más de 3.200 palabras.

Una canción de reggaetón tiene en promedio 30 palabras.

La mayoría de los jóvenes actuales, se comunican con 300 palabras y de éstas, 78 son groseras y 37 son emoticones. Esto nos da para imaginarnos el nivel de comprensión de lectura y pensamiento crítico que poseen”

No es solo por criticar, es para indicar que la tecnología es maravillosa, que yo la utilizo porque me sirve y me encanta, pero debemos ser racionales y concientizarnos para qué sirve y cómo debemos hacer uso de ella.

Debemos ser más prácticos sí, pero sin atacar el idioma, debemos utilizar ciertos memes o emoticones para mostrar lo que sentimos, pero siempre acompañados de una frase amable que diga que es a ti a quien me estoy dirigiendo.

En una conversación entre grupos de amigos por WhatsApp, es muy relajante añadirle memes que tienen que ver con lo que se está hablando pues le da el tono gracioso que tanta falta nos hace por estos tiempos.

Los mensajes hablados también son maravillosos, siempre y cuando sean concretos y eficaces, (pero que no lleguen cuando uno está en una reunión importante), son válidos y alegra el alma escuchar la voz de los amigos, del amor, de los conocidos y hasta de los compañeros y jefes.

Saber usar esta herramienta es muy importante. Como se trata de un medio rápido y eficaz, dar las gracias sobra y más cuando el chat se envió a un grupo grande, pues enloquecen dando gracias y mandando deditos o manos o aplausos. Eso sobra.

Los horarios también son importantes. No hay que enviar mensajes a las 11 pm ni desde las 4 am. Cuando el WhatsApp es de grupos de personas jubilosas, sabemos de antemano que tiempo es lo que tenemos, pero no por ello tenemos que abusar de los horarios y enviar mensajes tan de madrugada o tan tarde.

Y otra sugerencia es no abusar de los mensajes y creer que todo lo que llega es cierto o palabra de Dios. Cuando lo que se recibe atenta contra el honor, los bienes o la vida de las personas, hay que confirmar que sean ciertos antes de multiplicarlos, porque  podemos acabar con la vida y la reputación de otros, o nos acostumbramos a que fulanita siempre manda mentiras y ya nadie le va a creer.

La tecnología es para usarla, p