Esto de mantener las tradiciones no es para todo el mundo y menos para los jóvenes de hoy. Por fortuna, algunos lo logramos y conseguimos que las costumbres se mantuvieran, no por el prurito de mantenerlas, sino porque tienen significado, por eso, a nuestro hijos y nietos, hay que contarles el valor que tienen y el por qué es bueno mantenerlas.

Mi nieta Mariadelmar recientemente hizo su Primera Comunión y sin que nadie se lo pidiera, mi hija, organizó y permitió que se hiciera con toda la tradición del caso. Me contó que siempre tuvo la idea de hacerla de la misma forma que se la hicimos a ella y a pesar de la pandemia, todo fue maravilloso.

LA PREPARACION

Hacer la Primera Comunión en otro país, implica costumbres nuevas que deben respetarse y acatarse como el caso de la preparación, la cual empezó con dos años de anticipación y cada ocho días religiosamente había que asistir a la misa el domingo, para que los niños se acostumbraran al culto y tenían que registrar su asistencia, pero como llegó la pandemia, esa preparación siguió virtual y con exámenes semanales.

Hacer la Primera Comunican en Estados Unidos, un país laico con libertad de Cultos, no es idea de los colegios, sino de las iglesias, en este caso la católica, por eso la invitación fue de la parroquia.

Y LLEGÓ EL DIA

Cuando llegó la hora dulce y bendecida como dice la canción, se hizo una ceremonia muy sentida y necesariamente en inglés porque la parroquia pertenece a una diócesis en donde los sacramentos impactan a una comunidad americana.

Fue una ceremonia con todos los cuidados pandémicos, es decir, guardando los protocolos, desde los tapabocas para todos, hasta la acomodación en bancas entrecruzadas, en donde los niños que iban a hacer la primera comunión quedan de primeros para salir y solo sus mamás podían quitarle el tapabocas a la hora de salir a comulgar.

Solo permitieron un fotógrafo, que tomaba dos fotos por persona, una al llegar con los padres y otra cuando comulgaba, al final hubo una tercera, para que pudieran salir los familiares asistentes, en nuestro caso, los cuatro abuelos.

Para empezar, Mariadelmar usó el mismo vestido que se puso su mamá Mónica el día de su Primera Comunión (yo lo había guardado cual reliquia por si acaso y el acaso se dio) y no solo el vestido, también recibió de regalo los mismos aretes, pulsera y rosario que su mami se puso ese día.

COMO LO VIVIÓ

Desde el punto de vista de Mariadelmar, todo fue de expectativa y de ansiedades. Solo hablaré de dos: la ansiedad que le causó la confesión que se hizo tres meses antes, pues sentía temor de que se olvidaran sus pecados o fuera a ser regañada, pero todo fue bonito y salió feliz.

La segunda ansiedad la vivió antes de bajarse del carro ya lista para entrar a iglesia, pues el hecho de saber que Jesús entraría a su vida, la tenía preocupada, pues no sabía cómo entraría, lo miraba más desde el punto de vista físico que espiritual. Lloró, abrazó a su mamá, quien la tranquilizó y nuevamente le explicó tal misterio. Al final, una vez comulgó, entendió y en un acto propio de concentración, cerró sus ojitos y meditó.

LA TRADICION

Como les venía contando, todo se hizo con la tradición colombiana.

Vestido: el mismo que se puso su mamá el día de la Primera Comunión

Piñata: Por el efecto pandemia no hubo. Diseñar una reunión en esta época, les significó a sus padres contemplar alternativas, pues la sombra de haber pasado por una experiencia tan difícil en donde el Covid los atacó a los cuatro y a su papá con mayor gravedad, decidieron solo invitar 16 personas, adultos, todos vacunados y con el tapabocas puesto.

No hubo Niños, pero sí regalos para ellos, los cuales fueron entregados ese mismo día en sus propias casas y fue Mariadelmar, quien con sus padres y hermanito fueron a llevarlos y a sorprenderlos.

Comida: Tuvo un gran significado, pues mi hija decidió contratar a una señora migrante y emprendedora venezolana, quien montó su negocio con comida típica de su tierra y fue a ella a quien llevó para que nos brindara esas deliciosas arepas. Fueron un Hit y cada quien escogió de una variedad que ofrecía y las que quisiera comer. El montaje fue hermoso y muy especial.

Decoración: La hizo su abuela paterna, especialista en decoración y reconocida por sus hermosos trabajos. Fue con todos los elementos propios de una primera comunión. No faltó detalle.

También hubo recuerdos para llevar, o sorpresas como decimos en Medellín. Fueron unos hermosos rosarios que nos dieron a los adultos, obviamente con torta negra.

Fotos: las mejores, pues su papá es fotógrafo profesional y esta vez se lució con su hija y familia.

HABLANDO CON EL ABUELO

Siempre pensamos que no podríamos ir, pues la situación con la vacunación no se nos daba, pero por fortuna, alcanzamos a ponernos en Medellín la segunda dosis y dos días antes logramos comprar tiquete y viajar para llegan un día antes de la ceremonia.

Estando en la piscina con el abuelo, éste le manifestó a Mariadelmar, la alegría que sentía el poder estar con ella en fechas tan especiales y que se sentía orgulloso de verla crecer y saber que haría su Primera Comunión. Ella, que es puro sentimiento, se puso nostálgicamente feliz y no le faltó la lágrima y los abrazos para agradecerle que estuviéramos ese día ahí con ella.

El abuelo aprovechó para decirle que su Primera Comunión era un acontecimiento más allá de la reunión y del vestido. Que era realmente importante por los aprendizajes que iba a tener y le habló de los valores como la honestidad, el no mentir, el hacer las cosas bien, el ser solidaria, el ser responsable y ella entre lágrimas le agradeció, porque entendió perfectamente el mensaje y porque le dijo que ella sería siempre buena.

De eso estamos seguros, ya lo ha demostrado.