Cuantas veces hemos pronunciado esa expresión a gritos porque la dejamos en alguna parte o no la vemos y pensamos que se perdió y con ella nuestra vida. Nuestra vida, sí, porque ahí metemos todo lo que nos hace falta y a las mujeres nos hace falta de todo.

Y es que las carteras femeninas son tema de conversación donde quiera que uno vaya.
Recientemente en un encuentro de periodistas, nos contaba una de ellas que, una vez en Navidad, hicieron un concurso de carteras y bolsos entre las mujeres de la familia, con el fin de descubrir, hasta cuantos bártulos, chécheres y cosas” importantantisimas” guardaban las mujeres en sus carteras.

¡Oh sorpresa!, la que menos tenía, contaba con 25 artículos y la que más, era mi amiga, con 125 artículos, en su concepto, todos importantes y todos necesarios.

Había desde limas, comidas de salvación, ( esas que se requieren cuando no hemos tenido tiempo de comer nada), ropa de cambio, costureros con todo tipo de agujas, hilos y ganchos por si acaso, cremas para la piel, cepillos para el cabello y de dientes, en sus estuches, con la crema, papeles, billeteras, memorias USB, labiales, toda clase de cosméticos, regalos , antisépticos en aerosol, toallitas húmedas y de las otras, llaves , dos celulares, pilas de recarga con sus respectivos cargadores, lápices y lapiceros, libretas y más, todas útiles y necesarias.

Y no estoy hablando de una maleta, no, es un bolso normal de mujer, grande sí, pero tampoco enorme. De esos que uno se cuelga al hombro y se convierte en parte de tu cuerpo y ni siquiera sentimos que pesa hasta que alguien te lo recibe, (normalmente un hombre) y te dice: “como le haces para cargar ese bolso?”, “¿no te duele?

Tampoco duele porque ahí va la carga de ser mamá, esposa, trabajadora, hija, nuera, amiga y mil cosas más, y hasta la oficina completa

Y no, no nos duele, es natural llevarlo así hasta que… de la noche a la mañana y ya casi a punto de pensionarnos o ya presionadas empezamos a sentir un dolor pequeño en el hombro que no sabemos de dónde salió.

Es ahí, cuando Justo, tenemos que ir al médico y nos da la sentencia: ese dolor es producto de llevar cargas pesadas y de inmediato nos acordamos de nuestro bolso de mujeres ejecutivas. Solo ahí nos enteramos que de tanto cargar, el hombro se rindió y nos va a cobrar el abuso o con terapias si estamos de buenas o con cirugía si no hay más remedio.

Soy víctima en menor escala de este flagelo del dolor en el hombro, el cual salió cinco años después de estar bien jubilosa. ¿Y que me tocó?, medicamentos, terapias y cambios de bolsos y carteras.

Que vaina que eso suceda precisamente en el momento que empiezas a vivir el resto de tu vida con comodidad y disfrutando de tus logros y ya sin cargas de ninguna clase.
Así es la vida o así se pronuncia el cuerpo con los años de uso y abuso.

Cuando trabajábamos o cuando comenzamos las tareas como madres y estábamos formando familia, éramos las mujeres maravilla. Cargábamos el coche, la pañalera, al hijo menor, al que sigue y hacíamos mercado, descargábamos el mismo y como por arte magia cocinábamos y lavábamos y así diariamente, sin pensar que años más tarde, esa capacidad de hacer todo al tiempo, nos lo iba a cobrar el cuerpo y bien caro.

Aunque a nadie le gusta que le digan qué hacer para que en el futuro no le pase, si les voy a decir a estas mamás modernas, a las ejecutivas, a las CEOS, a las mujeres que trabajan en altos cargos, a las que hacen el aseo y a todas en general, que están a tiempo de bajarle peso al bolso, que no se crean que, por jóvenes, se van a escapar, porque el cuerpo no olvida y te saca la cuenta cuando menos lo esperas y es justo cuando crees que pasaste a mejor estilo de vida. Es una recomendación. Qué bueno que hicieran caso.

A mí nadie me lo dijo y ahora ando con bolsitos pequeños, cruzados, donde solo cabe, la billetera con algo de dinero, las tarjetas, la cédula y las llaves. Es tan liviano, que a veces pienso que me pasé a vivir en ellos, porque no los siento y hago de todo con el colgado, en fin, no se dejen coger de la noche para sentir dolores, prevénganlos.