Hoy me correspondió vestirme de abuela. Hace días no hablaba de nietos pues la lejanía y a medida que van creciendo, se hace más complicado vivir los nietos, así todos los días sepa de ellos o conozca de lo que hacen, pero hoy, les cuento que con alegría me tocó ejercer el abuelazgo.
Desde hace 15 días mi nieto menor, nos hizo una invitación muy especial, celebrar el día de los abuelos en su colegio y la invitación, según él, era sorpresa. Sorpresa que cada vez que hablábamos me iba develando, porque bien sabemos que los niños NO guardan secretos y la emoción les hace ir contando a pedacitos lo que nos tienen para celebrar.
Me decía, por ejemplo: “tita recuerda que tenemos una cita, será un día muy lindo porque ya les hice el regalo y espero que escuches bien mi poesía”, ya con eso cantó su sorpresa y no solo eso, me hizo la lista de lo que debía llevarle ese día que sería sorpresa también para él.
En fin, cuando me estaba arreglando para asistir a su fiesta, me acordé de las vestimentas de las abuelas nuestras y de las abuelas de mi mamá, grandes matronas vestidas siempre de trajes oscuros, bien peinadas con sus cabellos blancos atados en forma de moña y sostenido por una peineta, cero maquillaje, zapatos de tacón moderado, aretes pequeños casi imperceptibles, impecables en su comportamiento, amorosamente serias, en sus ojos bien plantadas las antiparras, la cartera bonita en donde solo cargaban algún dulce, un pañuelo y nada más y como escuché hace poco en video que hizo viral, en donde le preguntaban a una niña, que elementos distinguían a las abuelas, una de ellas dijo que la “próstata dental”, por decir la prótesis dental, así iban ellas dignamente vestidas y almidonadas.
Pero al llegar al colegio, daba dificultad distinguir entre abuelas y mamás, porque la verdad todas parecíamos lo mismo, aunque con más años pero bien guardados y con dolencias propias de la edad, ninguna mostraba queja, las sonrisas eran naturales, los lentes eran de sol, todas bien arregladas, hermosamente maquilladas, más que carteras, había bolsos hermosos llenos de todo y todas, celular en mano, tomando fotos y guardando este día en el teléfono y en el corazón. Las vestimentas eran informales, pero bonitas, de colores y modernas. Cambio total en el concepto de lo que es una abuela, todas mostrábamos que éramos abuelas orgullosas, pero desaliñadas jamás
¿Y saben por qué?, porque aunque todos guardamos la imagen de la abuela y siempre que se hablan de ellas, nos llevan al pasado, las abuelas de hoy nos resistimos a envejecer, queremos ser abuelas siempre jóvenes, aunque tengamos edad, siempre modernas, pero buscando lo adecuado para nosotros, siempre bonitas, a pesar de las arrugas, ojeras y marcas de la edad, siempre sonrientes, porque tenemos felicidad, estamos jubilosas, tenemos experiencia, nos mantenemos informadas y sobre todo, seguimos siendo sociables, amigueras, y yo diría que felices y casi todas bien acompañadas con abuelos hermosos y dispuestos a seguirnos en nuestras locuras.
Y llegó el día y allí estuvimos cuatro abuelos, de los que tiene Tomás. Su felicidad fue la nuestra, enloqueció apenas nos vio a todos juntos, nos presentaba a sus amiguitos y todo lo que tenían preparados para nosotros lo hizo con felicidad y siempre mirándonos, para asegurarse de que estábamos orgullosos de lo que hacía.
Esto me hizo acordar de cuando mi hija menor, en el mismo colegio de Tomás, invitó a sus abuelos a celebrar la fiesta y al ver que uno de sus compañeritos, era extranjero, no tenía a sus abuelos aquí, feliz le dijo que ella le regalaba uno de sus cuatro abuelos y así fue, a mi mamá le tocó fungir como abuela prestada y recibir los honores del niño.
Ser abuelos hoy es muy diferente. No sé si mejor o peor, pero si resultada nostálgico en algunos recuerdos, como nada mejor que ir donde la abuela a comer de las tortas y dulces que hacía, (Yo por ejemplo, no se hacer eso), era emocionante saber que en navidad, en la casa de los abuelos se valía hacer de todo y nadie lo regañaba. Los tíos les enseñaban a pescar a jugar balón, a jugar escondidijos, a hacer el natilla, a probar todos los dulces y así miles de cosas, hoy, es diferente, pues en apartamentos, difícilmente se hacen juegos que no impliquen mucho movimiento, pero si hay cuentos, historias y todos pegados del celular.
Ser abuela es un oficio que hay que disfrutarlo y ahora cuando están pequeños o en primaria, porque a medida que van creciendo, ya no juegas ese papel importante, ya pasas a ser, la abuela a la que hay que visitar porque toca, pero tampoco dura mucho, pues a medida que van creciendo te van necesitando y se van sintiendo más cómodos con uno que, con las propias mamás, todo es un ciclo, así fuimos todas, por eso lo que hay que hacer ahora que podemos movernos, es disfrutar.
Y el distintivo infaltable de la Institución Eterna y sublime que es LaAbuela es esa dulce sabiduría que todo lo ilumina, la infaltable ternra que tiene la suprema virtud de curar dolores, la magistral capacidad de intuirlo todo y profetizar lo que puede pasar porque en el corazón de una Abuela se unen sueños y memorias. Solo habría que revalorar y retomar un modo infinitamente bello de nuestra cultura y es aquel diminutivo que en Paisa es también superlativo porque revela una concentración de amor y de bondad, es el titulo que une la corona de una reina con el pañuelito que enjuga tida lágrima: «La Mamita»; prodigiosa palabra que revela a la única persona que sabe curar el alma con una caricia y tiene en su corazón grabadas las recetas que todo lo sanan y todo lo revisten de misericordia y espernza. Bendiciones.