Yo no sé ustedes, pero yo estoy muy preocupada por el tema de la corrupción en el mundo, pero más en este país Colombia.

Parecemos embobados. Leemos, vemos, escuchamos y todo nos pasará por encima como si no fuera con nosotros.

Así queridas abuelas que mi invitación hoy, es a qué nos sacudamos y comencemos a pensar cómo ayudar a nuestros hijos, sin entrometernos en la crianza, a que a sus hijos les enseñen la honestidad, la ética y los buenos manejos.

Yo por ejemplo a mis hijos siempre les dije que uno tiene derecho a meter la pata cuantas veces sea necesario, pero jamás meter la mano.

Si metes la pata, o sea, si te equivocas haciendo algún trabajo de importancia, puede que resulte difícil, pero tiene arreglo y seguro aprenderán de la experiencia y no volverá a suceder. Puede que pierdas el cargo, te regañen, te suspendan… y podrás salir por equivocado, pero jamás por ladrón. 

A lo mejor ni te sacan, ni te suspenden porque un error se puede corregir de mil maneras, pero si metes las manos, lo mínimo que pasa es que vas a dar a la cárcel, o sufrirás el escarnio social, o te señalarán como el corrupto y eso sí…apelación a los infiernos.

No solo el señalamiento será para ti, sino para tu familia, esposo/a, padres, hijos. Eso lo hemos visto a diario, en donde toda la familia, que antes fue brillante, que influía en todas las decisiones, que era tenida en cuenta, de la noche a la mañana, desaparece. Se vuelve de bajo perfil, sus miembros poco se dejan ver y la vida social de antes desaparece, porque uno de sus miembros no fue honesto y es corrupto.

Por eso abuelas aprovechemos ahora que nuestros nietos se están formando y aún gozan de, y en nuestra compañía. 

Una manera de hacerlo es aprovechando esos ratos que están con nosotros para contarles cuentos, fábulas, adivinanzas e historias en donde los valores como la honestidad estén presentes y para que más tarde desde una cárcel, no tengan que decirnos:

“No he dejado de pensar y preguntarme una y otra vez en qué momento y por qué circunstancias se quebró mi destino, convirtiéndome en un inválido ante la grandeza de mis sueños”. 

Que dolor sería para nosotros y sus padres escuchar “por qué no me enseñaron”, “por qué no me corrigieron”, “por qué me acolitaron”, “por qué compraron beneficios para mí en lugar de enseñarme a ganármelos”.

 

Y en esto tenemos que ser claros y modelar con el ejemplo, no podemos estar “comprando” pequeños favores para nuestros nietos o hijos. 

No hay que darle dinero a las autoridades para que no me hagan el parte o me impongan la multa, cuando a sabiendas, cometimos la infracción.

No podemos presionar a los maestros, con amenazas veladas, para que les suban la nota, o lo metan al equipo de fútbol, o lo nombren capitán del equipo, o sea la bella Donna del coro o de la obra de teatro, o para que sea el secretario del modelo ONU del colegio. 

No, no y no, debemos enseñarles a ganarse los cargos, puestos y honores por méritos propios. De igual manera, enseñarles que no todo lo que quieren lo tienen que tener.

Decirles que perder da fortaleza, da empuje, sirve para recapacitar en que se equivocaron y será el reto que tienen para ganar después. 

Hay que decirles “NO” cuando es propicio. Enseñarles que no todo se lo merecen, que deben ser solidarios, compartir, luchar, ser resilientes, fuertes, buenos ganadores y mejores perdedores. Pero, sobre todo: respetuosos y honestos.

Nosotros como abuelos no podemos perder oportunidad para hablarles de rectitud, para que cuando crezcan y salgan en los diarios, la gente comente “es una gran persona, honró la educación que le dieron desde su casa y centros educativos” y no que “ese es un corrupto”.

Esto no es un tema político, es un tema de valores que arrancan desde la casa, desde los padres, como herencia de los mayores.

Pero hoy por hoy, el tema viró hacia la política. Eso no quiere decir que todos los políticos son corruptos. No. Pero ya son tantos los que se han untado, que ya se habla en general de ellos.

Por eso digo que, cuando alguno de la familia entra al mal camino y mete las manos en lo que es de todos, es la familia completa la que sufre el desprestigio.

H

La corrupción como mal de siempre y ahora tan latente en nuestro país, merece un análisis desde sus raíces. Por ello, mi invitación abuelos, es que lo tomemos como propio y colaborar con nuestros hijos en la formación de sus hijos.

Se vale contarles y leerles lo que pasa, invitarlos y explicarles que es lo que sucede y a donde van parar los que pecan contra lo que es todos. Hay que ser claros con ellos para que jamás repitan lo que les estamos mostrando y nosotros como adultos, analizar bien a la hora de elegir.

No hay que ocultarles lo que pasa en el mundo y en nuestro país frente a este tema. No se les puede tapar la realidad, hay que explicárselas con naturalidad y guiados más por hacerles énfasis en los valores. No debemos cargarlos de odios o llenarlos de resentimientos que los lleven a juzgar. Eso no. Es mostrarles el presente para que el futuro, que es de ellos, sea mejor.