Durante el tiempo que estuvimos en casa de mi hija, ayudándola en su recuperación, tuvimos la oportunidad de estar de tiempo completo con Sebastián nuestro nieto con TEA y fue toda una experiencia en donde el habernos documentado como abuelos cuidadores, nos sirvió muchísimo.

Sabíamos con anticipación que íbamos a estar 15 días con él, que teníamos que hacerle la vida tranquila, que deberíamos llevarle el diario vivir sin cambiarlo y que teníamos que saber reaccionar a los momentos difíciles que niños con autismo suelen tener. Estábamos expectantes y algo nerviosos de cómo sería el recibimiento por parte de Sebastián y qué tendríamos que hacer para que nos aceptara.

Estábamos ansiosos por saber cómo tratarlo, cómo ayudarle, cómo atenderlo cuando le dieran sus pataletas, saber cómo llevarlo en su ritmo de vida para tener cuidado de no sacarlo bruscamente de él y causarle problemas, en fin, ante tanta ansiedad, decidimos conocer más sobre el TEA y nos fuimos para la Fundación Integrar, en donde con previa cita y el cariño con el cual nos recibieron, pudimos aprender y aplicar ese conocimiento en la visita.

Todo salió a la perfección, la aceptación fue inmediata, no hubo pataletas, se integró a nuestros juegos y nosotros a los de él, nos acomodamos a sus rutinas, aprendimos a comunicarnos con él, disfrutó las salidas, previa información bien dada e hizo de los días que lo cuidamos una época feliz, en realidad fueron unos Tito´s Days, como nos dijo su hermanita. Y de ella también quiero hablarles.

En este redescubrimiento encontramos a una niña consciente y con total claridad de la condición de autismo de su hermano. Lo trata común y corriente, pero le respeta sus espacios, le conoce sus gustos, le pone la música que le gusta, le toca en el piano las canciones que él sabe y las cantan juntos, lo ayuda a sacarlo de sus juegos en solitario y le invita a jugar otras cosas que los divierten a los dos

LOGROS

Le habla con claridad y con palabras que a él le gustan, le pone sus películas favoritas, le ayuda a llevar sus juguetes, le enseña a subir las escaleras contando y si bien no es la guardiana de su hermano, si sabe que es su favorito y por él hace lo que sea y también lo disfruta, nunca se queja porque a veces él capta más la atención, siempre está dispuesta y con amor lo entiende, acepta y lo acompaña. Sebastián también reconoce en su hermana a la mejor compañera.

Como abuelos, aplicamos lo aprendido y acatamos al pie de la letra y con mucho respeto las indicaciones de sus padres frente a las rutinas, los horarios para comer, para bañarse, para ir a la guardería, para jugar etc., no violentamos nada.

Ratificamos que el manejo de las rutinas con fotografías o figuras es el más acertado. Él miraba la foto y sabía lo que seguía y lo aceptaba y lo hacia bien. Su lenguaje creció muchísimo, de no hablar mucho, paso a decir palabras adecuadas en el momento propicio. Aprendió a decir ya no quiero, a pedir agua, a despedirse a pedir sus juguetes, a pedir ayuda y a cantar canciones completas con lenguaje claro y todo en inglés y español.

No le dieron pataletas fuertes, apenas si un llanto que terminaba en risas cuando nos veía que le remedábamos o lo ignorábamos y lo mejor, nos abrazaba, nos decía te amo y se dejaba hacer dormir con tranquilidad.

Tanto amor y tanta comprensión por su condición nos hizo ser exitosos en nuestra visita y felices a todos.