Recientemente conversando con mi hija, nos contó a mi esposo y a mí, que había tenido un encuentro maravilloso que la había devuelto 7 años atrás y que por fin quedó en paz, al poder agradecer.

Estaba ella comiendo en un restaurante en Miami, acompañada por sus compañeras y jefa del trabajo, cuando vio que se paró un señor, que ella reconoció y que había sido el médico que le diagnosticó el autismo a Sebastián, su hijo, cuando tenía 14 meses de nacido.

De inmediato se paró y fue hasta él, quien no solo la reconoció, sino que le dijo que era la mamá de Mariademar y de Sebastián. Ella le dijo que Dios le había dado la oportunidad de verle, pues lo buscó por mucho tiempo y no pudo dar con el sitio donde estaba trabajando, para poder agradecerle el haberle diagnosticado a tiempo a Sebastián y le dijo: “usted no sabe cómo me cambio la vida, usted no se alcanza a imaginar el bien que nos hizo, pues fue gracias a usted que hoy puedo contarle, siete años después, que mi hijo está bien, que trabaja por acomodarse al mundo, que está estudiando en un colegio  normal, está en segundo de primaria y se ha destacado por ser buen estudiante. Es un niño feliz que ya aprendió a valerse por sí mismo en las cosas que son propias de su edad y que nos hace sentir orgullosos”, el medico la abrazó y lloraron juntos, pues, según dijo, nadie le había hablado de esa manera y más cuando la noticia no era tan buena.

El restaurante se convirtió en un mar de llanto, pues mi hija tuvo que explicarles a sus compañeras lo que había pasado y todas se conmovieron al ver ese abrazo agradecido y abrumador que le dio al médico y que él le correspondió.

Uno pensaría: ¿cómo que me cambio la vida y estaba feliz y agradecida?, pues sí, siempre les he contado que el diagnostico que le dieron a Sebastián hace mas de siete años, fue una bendición, porque nos obligó como familia y a ellos como padres a descubrir un mundo nuevo y maravilloso que cada día nos permite crecer y aprender.

Este médico que diagnosticó a mi nieto, no dejó sucumbir a los padres de Sebas, ni a nosotros como familia, cada día la alentaba más, a hacer o que tenía que hacer y la orientaba en ello, cuando ella le lloraba, él la fortalecía, cuando alguien se negaba a creer el diagnóstico y a no aceptarlo, él le insistía en que siguiera adelante y que hiciera caso omiso de las criticas y consejos contrarios. Por eso el agradecimiento.

Pero lo mejor, es que estar con Sebastián hoy por hoy, es una delicia, es un niño feliz, inteligente, chistoso, sociable, se siente orgulloso de su familia, trabaja bien en el colegio, aunque es necio, pero le dan diplomas de mejor estudiante en matemáticas y en general, porque de verdad es bueno en lo que hace.

Por eso y por más, estuvimos celebrando el día de acción de gracias con la familia de mi hija, porque hay mucho que agradecer, porque el habernos diagnosticado a tiempo la condición de Sebastián, más el empeño de sus padres y el apoyo de la familia, es lo que le ha permitido al niño ser uno mas y si bien su condición es para toda la vida, al menos se está haciendo todo lo imaginable, para que él pueda encontrar su lugar en el mundo y ser feliz en lo que decida hacer.

Sebastián es un ejemplo, su familia también, por ello, quiero invitar a quienes nos leen, que no duden, que no les de pena, que no sufran, que no escondan, que no guarden a quien tenga autismo en un cuarto para que nadie lo vea. Esto no es una enfermedad contagiosa, es una condición, que bien llevada y trabajada los hace felices y tan inteligentes y mejores como cualquiera.

No dejen pasar el tiempo, después de cinco años, es más difícil encontrar el camino, pero no imposible. No duden y sin pena y con amor todo sale mejor.

¿Qué es un camino largo? Si, ¿Qué hay recaídas? Sí, ¿Qué el futuro a veces parece incierto? ¿También, pero que se puede? Totalmente si y sin dudas.