Cuando alguien querido se nos muere, hay muchas maneras de expresar las condolencias y en su mayoría todas coinciden con las siguientes frases: “ya pasé por esas”, “ella está en el cielo”, “guárdala en tu corazón”, “es un ángel mas que te cuida”, “tuvo la muerte del justo”, “era un ser maravilloso”, “no llores que está feliz”, “siquiera descansó eran muchos años” y la que mas me gustó, “seguro esta en el cielo tomando café con” …. Y aquí ponían, con mi abuela, con tu papá, con la suegra, con mi tía y en fin con el ser amado de cada quien.

Y el título del café en el cielo no es mío, es de un amigo sacerdote y Monseñor, cuya mamá y la mía fueron excelentes amigas y ella se le adelantó hace ya unos meses y cuando nos vimos, me dijo: ojalá estén en el cielo tomándose su café.

Para quienes somos creyentes y tenemos la fe intacta como los futbolistas cuando pierden un partido, abrigamos la esperanza de que sea así, que ojalá, sí se haya encontrado con ese ser querido que tanto añoraba y lo esté desatrasando de todo lo que ha pasado desde su partida.

Ojalá se haya encontrado con sus padres, y le reconozcan, ojalá que se haya visto y saludado con tantas cuñadas, suegras y consuegras y estén tomando ese café en el cielo, tejiendo chisme, cadeneta chisme, pero seguro que allá, los chismes no serán dañinos, ni rajarán de nadie, sino que contarán lo bueno de cada quien. Ojalá se haya visto, tomando café, con sus compañeras maestras, que tanto se quisieron y estén echando cuento y recordando, y en especial con la madre de mi querido Monseñor Uribe Castrillón, quien fue su compañera de enseñanza por muchos años y educaron muchas generaciones de niñas.

Mi esposo, también creyente de la tomada de café en el cielo, les mandó un mensaje muy oportuno a mis hermanos y a la familia por el chat, a raíz de la muerte de mi madre y decía así: “En el cielo hay reencuentros que son celebración, de luminosa felicidad por volver a vivir, en el plano espiritual, presencias que aquí llenaban el alma, pero allá lo llenan todo, comunicación sin reservas, plena y omnipresente. Como un bálsamo al agobio que nos producen la tristeza y la nostalgia, pudiera imaginar algunas frases en esa nueva reunión de nuestras dos mamás: “Cierto que nos quedaron muy bien criados esos hijos.”, “Y tan queridos todos esos nietos”, “Definitivamente valió la pena”. Y esa conversación, seguro se hizo, alrededor del tintico que a veces compartían en sus encuentros.

Y qué mas quisiera uno que verse con esos queridos ausentes, que se nos adelantaron, por eso, agradezco de corazón de que así sea, a todos quienes, al expresarme su pesar, recurrieron a la fantasía de que allá, uno se encuentra con quien quiso y con quienes quiere ver para tintiar y desatrasarse y yo agregaría, que ojalá, ya mi papá la haya mandado por el tinto y estén juntos mirándonos y comentando sobre nuestras vidas.

Mientras, nosotros aquí, agradecidos, confiamos en esa tomada de café en el cielo.

PD: Quiero recurrir, a un aparte de las palabras que mi hermana Silvia expresó para agradecer a tanta gente que nos acompañó y se hicieron presentes en lo de mi madre, para agradecerles a ustedes queridos amigos lectores, su acompañamiento.

Mis hermanos y yo, queremos expresar nuestro más sincero y profundo agradecimiento a cada uno de ustedes, en estos momentos de tanta tristeza y profundo dolor por la muerte de nuestra madre. Créannos que su presencia, sus palabras de ánimo y de consuelo, su apoyo incondicional, sus muestras de cariño, para nuestra madre y para esta familia Jiménez Gómez, han sido fundamentales para sobrellevar este proceso de duelo. En verdad nos han demostrado lo importante que es contar con buenos amigos, vecinos y familia que nos quieren y aprecian. De corazón, gracias a todos”.