¿Verdad que parece un grito?

Pareciera que alguien, está a punto de reventar y decidió soltarlo

Todo indica que alguien se le llenó la taza y está apunto de coger para el monte

Esas palabras parecen que a alguien ya le fue suficiente tener que aguantar más.

Esas palabras no son solo una frase que se suelta a la ligera o que es propia de las mujeres, sino de todos, cuando estamos cansados, agotados, hartos de cargar cruces que no nos corresponden y que, por buena gente, por tontos, por considerados o simplemente porque nos tocó, las cargamos.

Pero hay veces que el cuerpo y la mente no pueden más y te gritan para soltar. Sí, para soltar ese peso que tanto nos agobia y que parece un piano en la espalda, que no es nuestro, pero que por alguna razón y solo hasta que se grita, entendemos que no hay que seguir cargándolo, porque no nos pertenece y si acaso, fuera nuestro, ya no hay razón para seguirlo cargando.

Así somos las mamás, así somos los padres, así somos los hermanos mayores, las nueras, los yernos y todos aquellos que por virtuosos o por débiles de carácter, o por ser fuertes y capaces, nos acomodaron responsabilidades que no son nuestras y que nos agobian, pesan toneladas, dañan el genio, te hacen perder la paciencia, se roban todas las energías, te quitan el dinero, te hacen perder el disfrute y por supuesto se hacen infeliz.

Y cuando estallas, ¡Dios mío!, no solo se te viene el mundo encima, sino que todo el mundo te cae encima, te hace sentir, mal, culpable, miserable y más infeliz de lo que ya eras cargándolo.

Pro no importa, si esa es tu situación, si llevas en tu espalda, el peso del hogar, mas los problemas de tus hijos, las separaciones, la falta de trabajo de ellos, la economía, del hogar, la salud de todos, y además están los problemas de tu familia política y de la propia, ya es hora de decir: no más, basta, me cansé, al demonio todos y a seguir viviendo.

Esas enfermedades que de pronto nos salen de la nada como una afonía que duele, es porque no somos capaces de decir lo que sentimos y hasta que no lo hacemos, no se nos quita. Esos dolores de espalda y de columna que nos agobian, es de cargar pesos que no tenemos porque llevarlos y hasta que no las soltamos no nos aliviamos y así sucesivamente.

¿Es un mal consejo? No creo, hay veces que por buenas personas vamos sumando en la vida, pequeñas cargas, que se convierten en responsabilidades que no son propias, pero que a quienes les corresponde llevarlas, les importa un pepino y la única que sufre, se desgasta, gasta, arregla y se daña la vida eres tú.

Todavía hay tiempo para cambiar y para aprender soltar.

Pero eso de soltar se dice tan fácil, se ve tan simple, pero hazlo pues. No es fácil. Cuando uno ha cargado en sus hombros tantas cosas de los demás, soltarlas no es simple, porque puede que quites un peso de encima si llegaras a hacerlo, pero perderías, el amor, el respeto, el cariño que te tienen y te ponen frente al espejo con dolor, porque ahí te das cuenta de que solo te tenían esos buenos sentimientos porque les ayudabas y cargabas sus cruces.

Y eso no te debe importar. La vida es un ratico, como dice Juanes, para uno estar viviendo maluco y como desarraigado. La vida hay que vivirla a diario como si fuera el ultimo día, con tranquilidad, salud y pensando también en uno mismo.

Yo soy de las que pienso que, si uno está bien, irradia bienestar en todos los que te rodean, pero si no lo estás, el caos es general.

Reconozco que no es fácil soltar, que de alguna manera siempre hay algo que nos va a afectar, pero con el tiempo, uno aprende que soltar le hace bien a la salud, y que hay que aprender, así sea a la fuerza, que hay que vivir con lo que nos corresponde y no cargar a los demás.

Se puede vivir para servir, pero no para cargar, ayudar, pero soltar, dar sin recibir, a no tener tantas expectativas, para no tener que sufrir cuando éstas no llegan.

Hay que aprender que hay que soltar y sacar de la vida, lo que no hace bien, lo que daña, lo que no suma y a quienes esperan que todo se les dé, a quienes critican sin fundamento, a quienes no respetan y a quienes con sus acciones demuestran que nadie les interesa.

Hay que aprender a no guardar rencor, pero tampoco a dejarse ver la cara, todo eso lo hace ser a uno más fuerte, más racional, mas claros en el decir y el obrar, hay que vaciar el alma y no cargar agua en la boca para salvar a quien no lo merece y hay plantarse con respeto en las decisiones y enfrentar sus consecuencias.

Ahora, hay que vivir mejor, más tranquilos, con tiempo para servir a los demás y a quienes verdaderamente lo necesitan. Si lo haces, te vas a sentir más liviana, aliviada y en paz contigo misma. Y a veces, hay que dejarlo ir, si no se puede cambiar.