¿Saben de quienes hablo?

¿Se imaginan a quienes me refiero?

¿Han tenido a su lado, en el colegio, en la casa, en la familia, entre sus amigos y compañeros de trabajo a alguna o algún personaje de esos que habla sin medirse, sin pensar, con desparpajo, con la tranquilidad que da la seguridad de estar hablando bien, a alguien que le importe poco lo que piensen los demás, o simplemente al elevado que no sabe lo que dice y suelta lo que se le ocurre sin pena?

Pero eso no es lo grave, lo grave es que ni cuentan se dan de o lo que dicen y si lo hacen a propósito, piensan que está bien. Esos, son los que llamamos sin filtro para hablar y hasta para hacer.

Pero hay otra clase de sin filtros y son los que tenemos en las familias o en nuestros grupos de trabajo o amigos. Esos que son conscientes de que hablan mas de la cuenta y dicen: “yo hablo son filtro, digo la verdad y por eso no me quieren”.

Y también hay unos sin filtro, que ya por su estatus, poder, condición, o simplemente porque están en esa edad en que ya la compostura, el reato, las ganas de aguantarse para decir unas cuantas verdades, no les viene bien, no les queda, o no les da la gana, o les “importaunculismo” guardárselo.

En cuanto a los primeros, esos son los que comúnmente llamamos “mete patas”, que aún sabiendo que hay cosas que no son buenas decirlas porque no suman, lo dicen. Son esos, que cuando estamos en grupo, hay que recalcarles que viene fulanita y es mejor no tocar ciertos temas, y justo lo hace porque “se me olvido”. Son esos que se van ganando la fama de irrespetuosos y los terminan aislando. Esos, también caen en el chisme, en la envidia y es mejor tenerlos de conocidos que de amigos.

Pero están entonces los sin filtro en la familia. No ha de faltar la hermana que, acudiendo a la franqueza, llama a las cosas por su nombre, o a la prima que todo lo sabe y dice de todo sin medir consecuencias. Está también la suegra que, para hablar sin filtro, emplea el tonito de madre superiora y hay del que brinque, o la mamá o la abuela, que, sin medir resultados, sueltan las verdades en momentos inapropiados desatando el caos. Esas se ganan el desamor porque son las francas.

Y ahora están quienes por edad, dignidad, experiencia, conocimiento y porque ya sienten que están en paz, no se guardan nada de nadie y sueltan las opiniones y verdades con respeto, tranquilidad, con explicación, con certeza etc., pero al fin y al cabo siguen siendo verdades sin filtro que a veces, duelen o afectan.

No juzgaría que no tener filtro es absolutamente malo, creería, que la verdad es lo mejor, que uno con la verdad no se enreda, pero hay que saber decirla, hay que escoger el momento, la oportunidad, el lugar y delante de quien o a quien únicamente. Lo demás es una falta de respeto, de consideración y resultaría hasta humillante para quien recibe ese “baldado de agua fría, sin filtro”

Y ahora que estamos en diciembre y vienen las novenas, hay un verso que dice: “la prudencia que hace verdaderos sabios”. Es mejor callar que locamente hablar.