Ayer fue día de acción de gracias en algunos países y si bien aquí no se estila, quienes tenemos mucho que agradecer, aprovechamos para hacerlo de muchas maneras y yo por ejemplo lo hago escribiendo.
No es un secreto que tengo un nieto con condición de autismo por el cual muero de amor y que verlo hoy después de cinco años de haber sido diagnosticado, me parece mentira que se hayan superado tantas emociones encontradas, tantas luchas, tantos malos y buenos ratos y ahora, con su inteligencia y disposición siga trabajando para encontrar su lugar en el mundo, creciendo como un niño feliz, amoroso, capaz de integrarse, estudiante del mismo colegio de su hermana mayor y aprendiendo a vivir como si la vida siempre le deparara lo mejor.
Pero eso no fue gratuito, eso se consiguió porque encontró unos padres que superaron el diagnostico con inteligencia y se empoderaron de la situación, para hacer de él, un niño común, capaz, fuerte, decidido, buen conversador y lleno de maravillosos sentimientos y valores que le harán el futuro más placentero.
Por eso, cuando hay que dar gracias, pienso en mi hija y su esposo, quienes superaron el llanto y siguieron para adelante con Sebastián.
Igual pienso en dos amigos del alma que también por su inteligencia y tesón, sacaron adelante a su hijo con condición de autismo y ahora es un gran artista, que encontró su lugar en el mundo, porque sus padres supieron ver a tiempo y le trabajaron las habilidades que él tenía.
Hablo de Andrés Mejía y Eulalia Warren, padres de Felipe, ahora un hombre hecho y derecho, digno de admirar y ejemplo para quienes como muchos de nosotros y de quienes me leen, tienen un hijo con alguna condición, no solo autismo.
Estos padres sí que la tuvieron que luchar, por eso el título de mi artículo de hoy. Porque, aunque fue duro iniciar un proceso hace 32 años, lloraban, pero se decían, “llore mija, pero sigamos” y lo hicieron tan bien, que ahora lloran cuando miran para atrás, cuando recuerdan, porque el hoy, les está devolviendo lo bueno que hicieron por Felipe.
Aparte de hacerles un homenaje a ellos y para alentar a mi hija y a su esposo que apenas están en ese camino y que lo están haciendo de maravilla, es que quiero contarles de la importancia de tener buenos padres y una familia unida, capaz de apoyar, enderezar, sacar y juntos disfrutar los logros.
Para quienes tienen hijos con alguna condición especial, quiero motivarlos a que no se guarden el secreto, sino a que lo compartan.
Los invito a que no se avergüencen de ellos, sino que los ayuden.
Los motivo a que busquen ayuda y hagan la evaluación sensorial cuanto antes y a no a dudar de ella, si la hacen con verdaderos profesionales.
De igual manera, quisiera empujarlos a que investiguen, a que busquen y lean libros, escritos por autores serios y reconocidos, no se queden solo con lo que dicen las redes, que, si bien informan, lo hacen de manera general y cada caso es único.
Si su niño o niña tiene alguna condición, puede que de nombre sea genérico, pero cada caso es único y como tal hay que tratarlo, por eso a investigar bien y a buscar quien o quienes los pueden ayudar, así tengan o no recursos, porque cuando hay condiciones especiales, no son muchas las instituciones especializadas y las pocas que hay, tratan a todos por igual, sin diferencias de color, poder o manera, pero si individualmente y con el debido respeto.
El ejemplo de Felipe y sus padres, hay que imitarlo, ellos son fuente de inspiración, pues hoy, cuando miran para atrás, lloran, pero de felicidad, de tranquilidad, de saber que su hijo encontró acomodación en el mundo, pero no por ello, lo dejaron solo, siguen acompañándolo, pero ya mas como seguidores y no como lideres. Porque han hecho bien su tarea y así seguirán.
Los padres con hijos con alguna condición requieren como Andrés y Eulalia y Mónica y Jorge, tener una singularidad de virtudes que no son fáciles, pero ellos lo han conseguido a punta de lucha y de apoyo mutuo.
Perseverancia: para no rendirse jamás, aunque la vida les indique que siempre hay que empezar.
El amor: se ama tanto que no hay límites, se repotencian a cada paso que dan. Disposición: para aceptar lo que va llegando, analizarlo y aliviarlo
Aceptación: Sin ella no entenderían lo que pasa.
No autoflagelarse ni culparse: tener un hijo con una condición especial no es culpa de nadie, no hay que buscar culpables, solo soluciones.
Resiliencia: para salir adelante ante las adversidades, para enfrentarlas y solucionarlas.
Adaptación: para acomodarse y acomodar la familia a las necesidades de quien las necesita.
Optimismo a toda prueba: va ligada a la actitud, así la situación se ponga adversa o en contra, hay que mantener la esperanza viva. Disciplina: para investigar más sobre el tema de la condición de su hijo, para no declinar con las terapias, así el proceso sea lento, para hacer lo que indican médicos y terapeutas, para liderar el tema en la familia, para hacer de las situaciones que se presentes, enseñanzas y aprendizajes.
Deben vestirse de coraza: una armadura que resista los embates de la sociedad, de la familia y de quienes opinan sin saber. Bañarse en aceite diario para que los malos comentarios les resbalen.
Paciencia: La más difícil, la que a veces supera cualquier personalidad por serena que sea, sin ella, no hay éxito Fortaleza de la cabeza a los pies: Psicológicamente ayudarse y físicamente sacar ratos para cada uno, para el descanso o para el ejercicio que llena de adrenalina y permite seguir en la tarea.
Sacrificio: saber que la vida ya no será igual, que el ritmo de vida cambiará y que volver a ser los mismos, ya no será así.
Por todo esto y más, me quito el sombrero ante Andrés y Eulalia, ante Mónica y Jorge y ante todos los padres empoderados de sus hijos con condiciones.
Fortaleza es lo que hay que tener para ser padres de hijos con condiciones especiales, Verraquera, es lo que hay que buscar, para poder sacarlos adelante y después, cuando haya que mirar para atrás, poder llorar porque lo hicieron bien,” porque llore mija, pero vamos es para adelante”
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