Ahora que estamos en esta edad tan maravillosa, en que no somos ni jóvenes ni viejos, sino seres llenos de energía, con ganas de vivir y de devolverle a la vida un poco de tanto que nos ha dado, reflexioné sobre lo que podíamos hacer y dar y me acordé de esa palabra tan bonita y poco aplicada: SERVIR.

Y en estos días que estuve en un programa especial en donde escuché varias conferencias inspiradoras, hubo una que me llamó la atención y tenía que ver con en el servicio.
Por eso este escrito, para inspirarlos a ustedes en la necesidad de servir.

Pero me dirán: ¿servir a quién?, ¿para qué?, ¿qué gano yo?, ¿cómo se hace?
Pues bien, servir no significa tener dinero y repartirlo entre los que creemos pobres. No señores, servir es un acto de voluntad, que nos hace libres, porque podemos poner nuestra inteligencia, nuestras habilidades, nuestra creatividad y nuestra fuerza, en ayudar a los demás.

Servir es un acto de compasión, es ponerse en los zapatos del otro, es pensar en los demás, porque cuando se siembra un pensamiento de dolor nace un sentimiento.
Es tener conciencia de la gravedad del otro. No es hacer juicios y decir: debiera buscar trabajo, debiera poner un negocio, debiera.,. no!, es no hacer juicios de responsabilidad, es no ser jueces implacables. Es sentir al otro, no como un extraño, sino en nuestras entrañas, y aprender a ser mejores seres humanos.
Y a quien servir? A un ser humano, porque cuando uno sirve es porque hay un ser humano detrás, que sufre, que siente, que necesita.


Y no crean que es fácil servir, porque no lo es. Se necesita tener sentimientos, porque servir es una experiencia que solo ocurre en las personas que tienen mente generosa.
Y cómo servir? Cuando uno quiere puede. Por eso decía que servir es un acto de voluntad, de decisión desde el alma, del corazón, y nosotros hoy podemos hacerlo, porque tenemos todas las condiciones para hacerlo.
Tenemos tiempo, antes era la excusa: “es que tanto trabajo no me deja”, pero dábamos dinero y con eso tranquilizábamos la conciencia.
Hoy, ya no tenemos tanto dinero, o a lo mejor algunos sí, pero es mejor dar tiempo y amor, sembrar compasión o sentirla y ayudar porque así lo queremos.


Tenemos forma de hacerlo, somos profesionales jubilosos, con cadenas de amigos con quienes también podemos conectar para ayudar, y aunque ellos no tengan tiempo, si saben, conocen y nos ayudan a conseguir lo que necesitamos para ayudar.
Para servir, no se necesitamos meternos la mano al bolsillo, sino saber quién lo puede hacer con desprendimiento y cariño.
Si tenemos amigos, tenemos quien ayude y así servimos.
Y no sólo servimos, nos hacemos a nuevos amigos y así vamos creciendo en amistades.
Lo importante de servir es hacerlo de manera desprendida, hacer el bien sin mirar a quien y sin esperar reconocimientos por ello
Servir no es sólo dar cosas, es importante y necesario a veces, pero es más que eso. Es tener una experiencia de generosidad, que está por fuera de cualquier pretensión humana. Es dar de mí, porque siento lo que le pasa a una persona o comunidad.
Por todo ello queridos amigos, quisiera que se pusieran la mano en el “considere” y miren más allá de sus ojos, para que se den cuenta que hay a nuestro alrededor personas que silenciosamente nos llaman a gritos porque tienen necesidades.
No podemos ignorarlas, no podemos escondernos y decir no me importa, o peor aún, juzgar su condición. ¡No!, es abrir la mente, y en un acto de buena voluntad ponerse en la posición del otro, para entender qué siente y qué necesita de verdad.
Infórmense, que a su alrededor hay mucha gente y de gran voluntad, que trabaja por los demás.
Casi todos nosotros tenemos una profesión u oficio en la que somos expertos, y que ahora por razón de nuestro descanso mantenemos ahí. Pues bien, es hora de sacarla, y además con nuestra experiencia podemos ayudar mejor y orientar.


No es dar dinero, es ser consecuentes, persistentes y conscientes para poner a disposición de los demás, nuestro saber y conocimientos, nuestro tiempo, nuestras amistades, y dar de lo que no tenemos, pero que sabemos conseguirlo con nuestros amigos, o enseñando cómo hacerlo.
Dejemos de lado nuestra apatía y ese pensamiento que veces manejamos de que el mundo queda lejos o de qué lo que pasa no es nuestro problema. Les cuento que sí lo es y que hay gente esperando por nuestra voluntad para ayudarlos. Tenemos tiempo, conocimiento y experiencia. No nos hagamos los sordos, AHORA ES CUANDO