Me le escondí de todas las formas.

Le corrí kilómetros.

Me alejé de todo bien terrenal y de todas las amistades.

Me interné 10 meses en una finca apenas en compañía de mi esposo.

Merqué por internet. Me traían todo a la casa.

No pedía domicilios. Aprendí a cocinar y bien bueno, aprendí a hacer los oficios de la casa: bailé con la escoba, con la trapeadora, con el sacudidor y llegué a aplanchar escuchando música de los sesentas, de esa para aplanchar.

Pero bueno, no hubo forma, me agarró y aquí estoy super cansada escribiéndoles este cuento porque tengo COVID 19.

Escribo como ven, pausado, porque el cansancio es en serio.

Me vacuné como Dios manda y con las dos dosis. Me pusieron la Sinovac, la recibí cómo una bendición y sigo agradeciendo que me la puse, porque fue mi decisión correcta.

Y quiero contarles lentamente como es esto de tener Covid vacunada, porque aprendí varias cosas y destacaré tres:

Primera: gracias Dios por haberme dado el don del discernimiento y la capacidad de decisión para haberme puesto la vacuna. Yo nunca lo dudé y rezaba porque pronto llegará el turno para las personas de mi edad, y cuando llegó fui la primera en ponérmela en el Centro de Salud que me correspondió, igual que mi esposo. No tuvimos ninguna reacción, salvo un leve dolor en el brazo que duró mediodía y ahora que tengo Covid 19, me han dicho todos los médicos que me atienden, que agradezca a Dios el habérmela puesto pues con mis antecedentes de salud, otro gallo me estuviera cantando.

Para serles sincera, después de un cáncer de tiroides hace ya 34 años, muchas enfermedades me salieron, porque, aunque no lo crean, la tiroides es traicionera y te saca más enfermedades relacionadas, por eso, desde hace esos años, cada seis meses me hago control con mi médico-ángel (Guillermo Latorre) quien me lleva bien controlada y con buena salud.

Tengo hipertensión, controlada, soy prediabética controlada, aunque ya que rebajé tanto de peso (20 kilos) espero que mi médico-ángel, que me tiene amenazada, me quite ese mote de prediabética. Camino diariamente una hora con mi esposo, comemos sano, tal cual como lo indica mi nutricionista y llevo dos años sin subir de peso y recuerdo que en mi última revisión con mi medico internista de toda la vida, en tono de burla por decirme que estaba muy bien, me dijo que estaba tan bien” que estaba lista para el Covid”, y le salió.

Como ven, si no me hubiera vacunado y no fuera tan estricta con lo que me dicen mis médicos, no les estaría contando este cuento.

¿Qué he sentido?, aparte de un cansancio infinito, un poco la nariz tapada y me empezó con una tos de esas bobas, que salen sin permiso y sin motivo. De resto, nada más. Cansancio, pero, así y todo, hago cosas que me permito para no quedarme quieta confinada en mi hermoso cuarto con un paisaje hermoso. Escribo como ven, tiendo y cambio mí cama, me baño y arreglo como si fuera para el gimnasio, camino 10 minutos diarios, tomo sol y hago los ejercicios respiratorios recomendados. Eso, Dios, los médicos, mis cuidadores y Sura salud en casa, me tienen a punto de salir de esto.

Lo segundo que quiero destacar es mi seguro o póliza de Salud de Sura y por ende la calidad de este servicio. Nadie me paga por decir esto ni es mi intención hacerle publicidad, solo quiero ser agradecida y esta es mi forma de hacerlo

Desde siempre Sura se ha distinguido por la calidad de sus servicios, por el buen trato, el buen gobierno y la calidad de los profesionales que tienen en todas las áreas de esta enorme y querida empresa, pero en cuestiones de salud, le lleva años luz a otras.

Mi resultado de prueba Covid me la tomaron en Sura Industriales, con todo el cariño y respeto del caso, me anunciaron: salió positiva y me lo dijeron con tranquilidad y dándome todas las indicaciones que debería seguir, mientras llegaba el kit a mi casa para tomarme los signos vitales. De ahí en adelante y durante estos 10 días que llevo hasta hoy, me llaman cada seis horas, ha venido el medico en casa, me envían mensajes permanentes con videos de ejercicios respiratorios para prevenir. Diariamente me llaman médicos a mañana y tarde. No me digan que eso no es servicio, y a eso súmenle, lo amables y diría que hasta sensibles que son, porque cuando les dije que tenia miedo, me dieron un consuelo como para no tenerlo más y así fue.

Lo tercero que tengo que decirles es que tengo el mejor cuidador del mundo: silencioso como siempre, pero efectivo. Se fue a vivir al otro lado de la casa y aunque en habitaciones separadas, tiene puesto su tapabocas, me lleva con todos los cuidados los alimentos, unos hechos por él, otros enviados por mis hijos desde aquí y desde Estados Unidos, con pedidos a domicilios.

Mi cuidador, Orlando Prada, es el mejor, aprendió a hacer lo que hago, y todo aquí en esta casa está como si nada, y mis hijos, nueras, yerno y nietos, a mañana tarde y noche me llaman, nos vemos vía internet y me siento amada y cuidada. Y qué no decir de mis amigos, sus mensajes y llamadas son palabras y voces de aliento que sanan

Y para quienes aún dudan en vacunarse, les digo que, si no fuera porque ya tengo las dos dosis de la vacuna, otra clínica me estuviera albergando y no mi casa, y otra respiración estuviera teniendo y no el aire frio y limpio de mi hogar, y de alimentos solo sondas y quien sabe, si Dios no me hubiera dado la oportunidad que tengo hoy.

No es bueno pedir la vacuna cuando ya te están intubando porque ya para qué y menos pedirle a Dios otra oportunidad cuando te las presentó de mil formas.

¡A vacunarse!