No sé si todas ustedes habrán tenido la dicha de que les hayan llevado una serenata, pero lo que, si sé, es que es una experiencia enamoradora e inolvidable.

Nada mejor que lo despierten a uno, con la rasgada de una guitarra a las dos de la mañana y comprobar que lo que sigue es una declaración de amor eterno, así no dure mucho, pero que, en su momento, sonó como para toda la vida, pues, al fin y al cabo, “el amor es eterno mientras dure”.

Pero claro, cuando uno tiene cinco hermanas, casi todas en edades de merecer, escuchar cuando suena la guitarra, viene la pregunta ¿Para cual será? Así nos pasaba a nosotras en mi casa paterna, pero la verdad, esas serenatas eran para mi segunda hermana a quien cada ocho días o con intervalos un poco más largos, un enamorado le llevaba serenata y ella ni siquiera se levantaba a pesar de que todas nos le íbamos encima para que se levantara y mirara por la ventana. Mmm ni así se levantaba. Apenas si se reía.

Y con razón, si no le gustaba el enamorado, nada que hacer. Eso no llegó a nada, pero las demás nos gozábamos la serenata. Cómo serían de seguido esas serenatas, que hasta mi papá un día salió y les dijo, “muchachos es mejor que se vayan a dormir” y es que ya iban en más de seis canciones

Así era en mi pueblo Girardota. Todo el vecindario y nosotros felices y alborotadas, pero la interesada, tranquila.

También hubo tiempos en que en una noche nos llevaban dos serenatas seguidas una para mí y otra para mi hermana, seguro les salía más barato, porque a mi tía también le llevaban después. Eso nos daba para hablar toda una semana y disfrutar entre risas los despertares musicales.

También mi papá como buen músico que era, no le faltaba a mi madre con las serenatas, sin motivo alguno, solo porque la amaba y la amó hasta el último minuto de su vida. Y tampoco en esas serenatas le faltaba el bolero, “Únicamente tú” y fue así, porque 72 años juntos dieron fe de ello.

Pero las mejores serenatas eran las de perdón. Cuando el enamorado llegaba casi que arrodillado y pedía las canciones que decían: perdón o me equivoqué o volvamos a empezar y así más. Esas eran mundiales porque uno todo vanidoso, se daba el gusto de ni siquiera moverse de la cama o prender la luz para que se diera cuenta de que estaba escuchando, pero al final, se cedía y volvían las serenatas de amor.

¿Y qué tal las serenatas el día antes del matrimonio? Todas llevaban “novia mía”, y “ahorita tú serás mi esposa”, y todas las canciones que hablaban de amor eterno y de para toda la vida y de fidelidad y de formar el mejor hogar y de que hasta la muerte nos separe. Y uno se lo creía, así al final de cuentas durara poquito el matrimonio y esas promesas se fueron como el viento.

Recuerdo que en una serenata que un amigo le llevó a su futura esposa y a la cual fuimos invitados, los músicos al final dijeron: fue para ti María Eugenia y resulta que la novia se llamaba Clara. Ya se imaginarán la risa que nos dio a todos los que nos pegamos de esa serenata, hasta la novia salió en piyama y le preguntó al novio que al fin con quien se iba a casar. Ese si eran serenatas, con brindis por cada canción y con el que la llevaba lo sacaban en hombros los amigos.

También recuerdo serenatas trágicas, en donde un trio se convirtió en dueto, pues después de dar tres serenatas, quien los llevaba nuevamente a sus casas, iba un poco tomado y sufrieron un accidente en donde uno de los guitarristas perdió la vida. Fue doloroso ese recuerdo.

¿Y como dejar de lado las serenatas con mariachi? Esas sí eran mundiales. Cuando eran en un pueblo como el de nosotros en Girardota, eso significada despertar a todo el vecindario.

Al primer trompetazo, o nos daba un infarto o nos despertábamos felices porque llegó Serenata. Por fortuna, siempre hemos tenido unos vecinos maravillosos que disfrutaban con nosotras de esas veladas musicales a deshoras y no les importaba el infarto inicial del trompetazo y hasta salían a la calle a escucharla bien.

Mis hermanas y yo, si bien somos hijas de músico, éramos sordas para tocar cualquier instrumento, pero sí sabemos cuándo hay un destemplado o cuando el músico no cayó en la nota, y eso a las tres de la mañana y con mi papá opinando de lo malo del trompetista. Era para morirse de risa y sacarle más gusto a la serenata.

Yo la verdad no sé cómo serán hoy las serenatas y si cantan boleros, baladas, rock, pop o reggaetón. Solo sé, de algunas de mi familia que conservan la tradición, pero no son en la calle o al pie de la ventana porque ya hay edificios y son apartamentos, entonces los músicos entran con sus instrumentos más modernos, la novia los está esperando acaso con una medio sorpresa y sale con la piyama más bonita y arreglada. También se valen y siguen siendo románticas.

Eran recuerdos los que quería traerles y espero que ustedes también se acuerden de aquellas serenatas que les llevaban cuando estaban jóvenes, cuando se iban a casar y cuántas y quiénes, pues novios, seguro tuvieron muchos.

Ojalá y nunca nos falten las serenatas.

Este es un buen tema para sugerirles a los nietos y jóvenes de hoy, para que cuando quieran conquistar o simplemente para que sorprendan a sus esposas o novias en fechas especiales porque están enamorados.