Como no hablar de Navidad, a pesar de la pandemia. No importa que no nos podamos reunir por montones, que no nos podamos abrazar, lo fundamental es que el espíritu navideño prevalezca en todos y nos acomodemos a esta nueva normalidad y hacernos la fiesta, aunque sea de a poquitos o solos.

Parecería duro lo que escribo, pero la verdad, no podemos dejar pasar esta hermosa época del año, sin celebrarla, tenemos que guardar la esperanza, pues es época de Adviento y la oportunidad para fortalecer la esperanza en que pronto, todo será mejor.

En mi caso, estamos solos en casa mi esposo y yo y, no obstante, decoré la casa como si estuvieran mis cuatro hijos, sus esposas y nietos. Juntos, decidimos que la Navidad es una época que marca alegría, regalos, encuentros, abrazos, besos, estados de ánimo diferentes, ambiente con olores y sabores diferentes, y eso es propio de cada uno, por ello la Navidad somos nosotros

Decidimos hacer natilla, buñuelos, hojuelas, dulce de brevas, torta y todo lo que no se puede comer, porque eso es Navidad, con prudencia y con muchas ganas, poco a poco lo hemos estado consumiendo, ya vendrán otros días para hacer la dieta.

Haciendo la natilla, me acordé de mis navidades en Girardota, mi pueblo, en donde mis padres, especialmente mi papá nos enseñó a disfrutarla.

El olor de la natilla me despertó los recuerdos y con mayor alegría la terminé de hacer y nos la comimos.

Recordé toda la ceremonia que había en mi casa paterna para hacerla: paila grande, maíz de verdad, invitación a todos los vecinos, tres trabajadoras haciendo buñuelos todo el día, hojuelas, dulces, atendiendo a los invitados con sancocho de gallina, aguardiente, músicos y nosotros, los siete hijos corriendo por todos los corredores de la casa y comiendo hasta empacharnos.

Recordé que también mataban un pisco, pero antes lo emborrachaban dándole vueltas por los corredores y le deban de comer aliños, para que dizque se adobara. Eran creencias, pero se disfrutaban.

Recordé, con alegría la irresponsabilidad de mi padre que nos quemaba pólvora afuera en la calle, él la quemaba, no nos dejaba a nosotros, pero ¡cómo disfrutábamos esos momentos!, en aquella época, no había prohibiciones.

¡Recordé la compra a escondidas de los famosos totes y moscas para quemar, las guardábamos en el bolsillo! Dios Santo, ¿cómo fue que no nos quemamos por desobedientes?

En fin, con esos recuerdos ¿cómo no celebrar Navidad en esta época, así sea de manera restringida?

Tuve la oportunidad de estar unos días fuera del país, en la casa de mi hija y de su esposo, con dos de mis nietos, y fue una alegría inmensa. Celebramos con ellos el día de Acción de Gracias, y el inicio de la Navidad y entramos en el juego del Elf con mi nieta y a pesar ya de la distancia, lo seguimos haciendo y disfrutamos de esta costumbre americana, pues con nietos extranjeros, como abuelos, tenemos que empezar a adoptar otras culturas, para poder tenerlos siempre a nuestro lado.

También, aquí en casa, prendimos las velitas y recibimos con sorpresa y felicidad la visita de mi único hijo que vive en Medellín y su esposa y mi otro nieto y juntos hicimos una celebración maravillosa.

Ahora, viene la Navidad y confiamos en que nuestra hija que vive en Europa pueda venir a estar con nosotros, es nuestra esperanza. Tenemos fe en Dios y en la Virgen de Guadalupe y que así sea. Pero si no se da, aquí estaremos mi esposo y yo, con todo preparado para celebrar la fiesta. No habrá regalos, pero sí comeremos bien y haremos la novena y nos tomaremos unos vinos para festejar y dar gracias, porque si bien tenemos cuatro hijos, todos están en sus países, felices, extrañándonos seguramente, como nosotros a ellos, pero celebrando Navidad porque eso les enseñamos

No permitamos que la pandemia nos arruine la Navidad. Muchos hemos tenidos pérdidas grandes este año, de seres queridos y aun económicamente, pero nada supera, el que estemos vivos, el que tengamos salud, el que podemos compartir, el podemos ayudar y el poder celebrar recogidamente.

No nos agüemos la fiesta. Navidad es para sentir su espíritu, es para compartir de lo poco o mucho que tengamos con quienes no lo tienen, y por qué no, es para vernos y brindar así sea vía internet, con quienes queremos.

No dejen de celebrar, nada puede empañar estos días. Celebremos con amor y buena actitud y ya verán que todo saldrá bien.

Un abrazo grande en esta Navidad. Mi agradecimiento por recibirme cada semana.

 

Nota agradecida: a todos ustedes que me leyeron con lo del accidente de mi mamá, que me apoyaron, que oraron por ella, de corazón les agradezco y les cuento que, sus oraciones fueron escuchadas y ella se está recuperando maravillosamente. Ya volvió a caminar luego de su cirugía y a sus 91 años, espera celebrar la Navidad con hijos y nietos vía internet.

Gracias, muchas gracias.